Estimado colega y amigo: gracias por mantenerme informado acerca de los sucesos de Perijá y cualquier otro problema que esté en nuestra agenda, tanto a escala regional como inclusive más allá. Además de indignarme el abominable trato infligido al Cacique Sabino, tuve también una sorpresa muy desagradable al serme desbaratada la ilusión de que por fin, eventualmente, este y otros casos similares serían conferidos a la jurisdicción yukpa, conforme reza la Constitución y aparentemente lo aconsejó una de las juezas en fecha reciente.
Pero no, era solo un espejismo, una esperanza frustrada. En vista de ello, ahora me exaspera mucho más la actitud tan sumisa que en seguida asumieron ciertos aliados nuestros -quienes trabajan la temática indígena y ambiental- al desatarse inmediatamente en expresiones de alabanza irrestricta a las maravillas de la Revolución, y especialmente, a la magnanimidad de nuestro Comandante-Presidente. Sé que por esta vía no llegaremos a ningún lado, las instituciones se ufanan de su propia perfección y el problema de fondo continúa igual o peor.
Lamentablemente el régimen viene traicionando a los pueblos indígenas desde hace mucho tiempo y por diferentes ángulos; no es el momento de hacer una recapitulación. En este instante solo quiero señalar la tragedia de los Kariña de Guanipa, quienes ya no soportan la fuerte contaminación petrolera de sus aguas, su atmósfera y sus tierras de labranza. Hasta plantean la necesidad de emigrar o dejarse morir poco a poco. Nadie les ha parado mientes; más bien se están reforzando y multiplicando diariamente los convenios petroleros de la Faja del Orinoco, tanto con países amigos como con nuestros supuestos enemigos del «imperio»: a la hora de los negocios muere la ética. Da tristeza como una «revolución socialista» se traiciona a sí misma en sus obligaciones más sagradas, en su propia razón de ser. Yo sí creo en la necesidad insoslayable de un proceso de transformación profunda y extensiva a todos los ámbitos de la vida nacional. Pero en el presente dicho proceso está secuestrado y es nuestro deber rescatarlo y restablecerlo para seguir adelante y no volver a tiempos pretéritos, que tampoco nos ofrece nada positivo. No es tolerable que un solo partido, una orientación política excluyente, una regresión al llamado Socialismo Real del siglo pasado, incluso el endiosamiento e iconización de un personaje que indudablemente tiene sus grandes méritos, vayan a dar al traste con la participación colectiva, la validación de nuestra capacidad decisoria, la configuración de un proyecto nacional que de alguna manera nos implique a todos. Por lo pronto, me despido poniendo de relieve toda mi solidaridad con el pueblo yukpa y demás indígenas del estado Zulia.
Saludos cordiales,
Esteban Mosonyi
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