Hoy Don Gulino cuenta con 86 años y casi dos décadas de lucha exigiendo el derecho a recibir sus pensiones de jubilación

Un día hace más de cinco años lo recibí en la sede de Provea con una carpeta llena de documentos.

Se llama Francesco Gulino y para ese momento contaba con 80 años. Seis años después a pesar de su avanzada edad camina más de 15 cuadras desde el terminal de La Hoyada procedente de Cúa hasta la sede de la organización. En él se resume una historia de injusticias de la cuarta y de la quinta y un ejemplo de perseverancia en la lucha por los derechos. El 29.06.94, luego de 35 años, 5 meses y 14 días de trabajo ininterrumpido para el Ministerio de Agricultura y Cría (MAC), Don Gulino presentó su solicitud de egreso al organismo, acogiéndose a las Cláusulas 27 y 45 del Contrato Colectivo vigente para la época. Sin embargo, el MAC omitió otorgar a Don Gulino el beneficio de la jubilación y, por el contrario, procedió a retirarlo cuando aún cumplía con creces los requisitos para ser jubilado de oficio, cancelándole únicamente prestaciones sociales dobles y omitiendo por completo las disposiciones del contrato colectivo vigente desde 1992.

Desde esa fecha emprendió su lucha para exigir su derecho a la jubilación. Escucharlo es oír una lección de derecho constititucional. Con su marcado acento italiano se sabe al derecho y al revés cada una de las normas constitucionales y legales que le garantizan su derecho. Al revisar los documentos que portaba constate que había tocado las puertas de muchas instituciones sin recibir de ninguna de ellas respuestas adecuadas. Llevaba casi diez años reclamando justicia El 20.11.03, Provea, en representación del señor Gulino, inició una serie de acciones administrativas y judiciales. Tocó además las puertas del Ministerio de Agricultura y Tierras y expuso el caso ante algunos funcionarios de alta responsabilidad.

Tras seis años de recorrido judicial y conversaciones en el ministerio, la justicia aún no llega. Hoy Don Gulino cuenta con 86 años y casi dos décadas de lucha exigiendo el derecho a recibir sus pensiones de jubilación. Mientras tanto su salud se deteriora y se desvanece su esperanza. El Tribunal Supremo de Justicia no hace justicia y el Ministerio se ahoga en formalismos. Ojalá que si algún día adoptan una decisión no tengan que entregarla a su viuda que lo ha acompañado en su lucha y esperanza.

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