El fin de semana largo que nos tocó vivir la semana pasada en Venezuela estuvo marcado por sucesos impactantes. La “saga” comenzó con el asesinato de Jennifer Carolina Viera, a manos de su esposo, el boxeador Edwin “Inca” Valero, hecho que se conoció en domingo 18 en la madrugada.
En horas de la tarde del mismo día se informó de la muerte del paracaidista Bernardo Javier Méndez Jiménez, sargento primero de la Fuerza Armada Bolivariana, que participaría en el desfile del 19 de abril. Mal presagio para la celebración de Hugo, adelantaban los acostumbrados profetas del desastre vía Twitter, vía Facebook, vía páginas web, vía tv, vía satélite, vía radio y al día siguiente vía prensa. Sólo faltó la vía telepática. Pero eso no iba a ser todo. El lunes 19 en la madrugada muere, aparentemente por suicidio, el asesino de Jennifer Carolina. El Inca perdió su última pelea por KO auto infringido.
Las tres muertes se asociaron a la cuestión política. O mejor, a Chávez. El sargento murió para satisfacer los “delirios” de grandeza de Chávez, la mujer fue asesinada por un boxeador “chavista convicto y confeso” y el Inca no se suicidó: “Chávez lo mandó a matar”. Cuando leí esto último ya no se me ocurrió pensar si no en una terapia colectiva.
Al fin de semana largo y mediático se le sumó la semana entera. El sargento Méndez, Jennifer, Valero y los bielorrusos con su coreografía militar que irritó a unos cuantos, se mezclaron en un batiburrillo que sólo se puede digerir con éxito si se es una alumna aventajada de un curso de guerrilla comunicacional.
Lo más impresionante: el pesar mostrado por la muerte del Inca y la casi nula mención de Jennifer. Costó leer, salvó el día 18 de abril porque no quedaba de otra, la palabra asesinato en reseñas de entierros y velorios. Como se suele decir por ahí, la mataron(mos) dos veces. El Inca primero y después los medios de comunicación que no tuvieron el más mínimo respeto con el dolor de sus familiares. Toda la “gloria” para el Inca y las tinieblas para Jennifer.
Otra vez el hombre como género, no me refiero a Valero en especial, alzándose con el poder que le han dado siglos de machismo. Por eso quiero dedicar estas letras a Jennifer Carolina Viera, otra mujer venezolana víctima de la violencia de género y me uno a las voces que reclaman una investigación. No vi asertividad ni mesura ni antes, ni durante, ni después de que el drama Valero-Viera se hizo público. Los responsables los hay. Que haya castigo para ellos. Se lo debemos a Jennifer Carolina y a las miles de mujeres que como ella, son víctimas de la violencia de género en Venezuela. (Mercedes Chacín, 26.04.10, http://www.aporrea.org/actualidad/a99545.html)