Las motivaciones por las cuales las madres y los padres recurren al castigo son diversas: unos porque lo consideran oportuno para la educación de sus hijos e hijas, otros para descargar sus emociones y preocupaciones.
Sea cual sea la justificación que se dé, el castigo físico hace daño a todas las personas, especialmente a los niños y niñas. En muchos estudios se constata que todo acto de violencia por parte de una persona adulta contra niños y niñas, deja una cicatriz emocional que puede durar toda la vida. Si bien es cierto que muchas sociedades lo consideran métodos de crianza de los hijos e hijas inherentes a su cultura, debemos entender que el castigo físico y psicológico es un problema que no tiene tanto que ver con una cultura o situación económica, como con una concepción de las relaciones padres-hijos, adultos-niños, vistas como relaciones de poder, en la cual la persona adulta puede abusar utilizando la violencia.
La Lopna incluye como nuevo derecho humano el Derecho al Buen Trato de los niños, niñas y adolescentes, el cual comprende una crianza y educación no violentas, basadas en el amor, el afecto, la comprensión mutua, el respeto recíproco, la solidaridad y la prohibición expresa de cualquier tipo de castigo físico o humillante.
Es necesario avanzar en la abolición de cualquier tipo de maltrato en contra de los niños, niñas y adolescentes y en la construcción de una cultura de respeto a los derechos humanos, para lo cual la educación a todos los niveles es fundamental.
Gabriela Ramírez
Defensora del Pueblo
(UN, 11.06.10)