I. Aun cuando lo que voy a decir es un refrito, pues claramente lo señaló «Pepe» Mujica, y más sutilmente la Sra. Cristina Kirchner, atendiendo a J.V. Rangel en su artículo que honró con mi nombre, la política es de dos vías: la que piden los liderados y la que ofrece el líder. Así, el azar dispuso que tuviese un buen número de seguidores, y a ellos debo responderles. Hago válido aquí el perfil que me dibujó Rangel: «Müller… Es una personalidad recia, difícil, de ello no hay duda, pero transparente, con criterios propios y vocación para el ejercicio de la política en su grado más excelso».
Por ello, debo iniciar este artículo para conocimiento de esas feministas convertidas en machistas en sentido inverso, lo que se evidenció en el desfile del 19 de abril, al hacer competir a las mujeres con «los machos» que participaban, dentro de un socialismo que es por naturaleza incorporador. Además de eso, al excluir parte importante de las masas en una elección por las bases, donde solamente se limitó el electorado a los miembros inscritos en el partido. Se excluyó al resto de la población. Punto que se viene discutiendo desde hace más de 2 años, considerándolo inconveniente para el ejercicio de la libertad de los hombres. Rasgo que le da a éste su cualidad. El hombre se humaniza cuando tiene la capacidad de elegir su propio destino y el de su grupo, a diferencia de los demás seres vivos. La revolución necesita de la dialéctica, como el cuerpo del aire; sin ella no sería otra cosa que una dictadura que por coacción defina el bien y el mal.
Y usted tiene el poder, y logró la facultad de nombrar tribunales disciplinarios, la capacidad de definir el bien y el mal. Allí se recogerán los hombres «virtuosos», dignos de pertenecer a esa colección de elegidos por la gracia divina que será «vanguardia» del pueblo venezolano.
Mas para la incorporación de estas damas, les indico que para 1973 se recibió por primera vez personal femenino en la Escuela de Comunicación y Electrónica bajo mi dirección, con una diferencia, ellas recibieron el mismo trato que sus compañeros masculinos.
II. Quiero aprovechar la ocasión para, como amigo, contradecir a J.V. Rangel. No me considero un ideólogo. De sí, la palabra me resulta chocante, al considerar que una persona con esta ocupación es como un sujeto financiado por un mecenas, destinado a producir reflexiones metafísicas que satisfagan los intereses políticos de su cliente. Tampoco soy un pragmático que busco una utilidad física o inmaterial. Simplemente creo en la revolución continua como mecanismo para mantener la dialéctica. Sin ello, este proceso se convertiría en una religión, como sucedió con el «Socialismo Real».
Y algo similar sucede aquí, cuando contrario al pensamiento incorporador, se desvió la idea de una elección, que es positivamente participativa, al excluir una porción de venezolanos; así el proceso no tiene «el látigo de la contrarrevolución». Pero sí tiene el fuete del poder que le limita la LIBERTAD. La capacidad del hombre y su grupo de decidir por sí mismo su destino. Eso es lo que lo hace humano. En esa circunstancia, el lenguaje formal al menos es considerado como presuntuoso, y muchos de sus vocablos no se entienden.
Por eso le doy tanta importancia a lo que tú, citándome, llamas «temas banales hablando con personas que desean la compañía de quienes aspiran a burlarse de sí mismos». Allí es cuando hay que oír. Así lo aprendimos los militares, uno de los cuales lo hizo: Wolfgang Larrazábal, quien cantando fue uno de los principales colaboradores de la revolución cubana. No faltó quien lo llamara «payaso». Cuando los caribeños hablamos en broma, es cuando se nos debe oír seriamente.
III. He dejado para lo último un asunto muy serio, por cuanto me involucra en lo personal. La conciencia que he generado por lo menos durante los últimos 10 años de relaciones con el Psuv y su líder, me permite un conocimiento relativamente alto de sus conductas. Aunque lo que afirmo aquí tiene carácter especulativo, esa conciencia le proporciona un alto grado de credibilidad. Creo que para el público que envió la placa en la cual figuraban los nombres del equipo que alimentó el debate del congreso extraordinario, el mensaje era claro: hacerle un reconocimiento a las personalidades que figuraban en esa nomina donde, por cierto, el más aclamado fue Aristóbulo Istúriz. Pero ello no ocurrió. Podría parecer que todo nació de la imaginación creativa del líder. Por lo tanto, tal reconocimiento no se realizó. En su lugar se reemplazo la retórica hacia el discurso repetido una y mil veces en el cual ya poco creen los venezolanos dadas las contradicciones en las cuales se cae.
Hoy todos los ciudadanos saben que no son los alcaldes, gobernadores y ministros los que engañan al Presidente. Saben que es éste quien rota, apoya, cambia, premia o castiga a su séquito (la burocracia de un régimen carismático).
Alberto Müller Rojas