En un lapso de pocos días he leído tres artículos de opinión, de personas muy disímiles, pero que coinciden en interpelar a la dirigencia opositora. Un editorial de Teodoro Petkoff, en TalCual , y dos textos de Marta Colomina y Carlos Blanco en El Universal, son enfáticos en la necesidad de que por un lado, se ponga en marcha una campaña electoral sin ambages con un mensaje nacional unificador pero recogiendo la diversidad político-regional que forma parte del acuerdo unitario; por otro lado, y no menos importante, es imprescindible que dicha campaña esté conectada con los problemas de la gente.
La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) cumplió un rol importante para conformar la lista de candidatos a la Asamblea Nacional, pero ya es hora de pasar la página para ir a pelear los votos con un mensaje en el que puedan verse incluidos la mayoría de venezolanos. La dirigencia opositora tiene que hacer su trabajo y los periodistas también.
Algunos años atrás se tejió en Venezuela un manto de crítica cero a los factores opositores en muchos medios de comunicación y entre periodistas del país. Ello obedeció al criterio de que no podía dársele ventaja a un gobierno autoritario, desnudando los errores opositores. Durante el año 2002 tuvimos ejemplos simbólicos de tal comportamiento.
He estudiado detenidamente la cobertura periodística de la crisis de abril de aquel año, y hay notables coincidencias en el discurso de los periodistas entonces: una fuerte crítica al autoritarismo del presidente Chávez, el cual por cierto fue aumentando en el clímax de la crisis, seguido de una ausencia de cuestionamientos al carácter dictatorial que tuvo Pedro Carmona en las escasas horas que ocupó el poder, gracias a un golpe de Estado.
Tampoco tuvo un rol vigilante la prensa venezolana durante el «paro nacional» de diciembre de 2002 y enero de 2003, y al contrario se limitó a reproducir de forma bastante complaciente el parte diario que daba, fundamentalmente, el entonces presidente de la CTV, Carlos Ortega.
Sólo recuerdo una pregunta que rompió el guión, una joven periodista se atrevió a interrogar a Ortega sobre el efecto del paro en el mundo laboral pero especialmente en el campo periodístico. Una mirada interesada, sin duda alguna. Hay muchas otras indulgencias periodísticas con la dirigencia opositora, de ayer y de hoy, aunque vale acotar que muchas caras se repiten en el llamado «dream team».
Sostengo la tesis de que esa falta de preguntas críticas, esa ausencia de un periodismo que interpele con herramientas propias de la profesión al dirigente opositor le hace un flaco favor a la democracia. Desde mi punto de vista, el rol cuestionador del periodista debe ser permanente tanto con quienes ejercen el poder, como con aquellos que aspiran a tenerlo, y obviamente con poderes fácticos como el empresariado.
El careo permanente del dirigente, sobre sus posiciones y aspiraciones, forma parte del decálogo básico de quienes cubren la fuente política.
Colocar el grabador como parte de una manada y sencillamente limitarse a grabar o desgrabar lo que dice el dirigente político no sólo perjudica al propio dirigente, cuyo crecimiento político está estrechamente relacionado con la interpelación que pese sobre él cotidianamente, sino que muestra a la ciudadanía una pobre cara del periodista.
Ese aire de complicidad, al no hacerle preguntas difíciles, no sólo está reñido con el deber ser del periodista, sino que ha producido un dirigente opositor acomodado, apoltronado en los medios de comunicación, cuando debería ser lo contrario, el político debería estar siempre alerta, para dar respuestas y aclaratorias certeras, cuando se encuentra ante el entrevistador o cuando ofrece una rueda de prensa.
Un periodismo que interpele, cuestione, a gobernantes y especialmente, en el contexto venezolano, a opositores estará cumpliendo cabalmente su rol, y con ello también hará que los otros actores de la esfera pública lo hagan. Sin ir muy lejos, y tomando los asuntos que plantean al unísono Petkoff, Colomina y Blanco, ya pasó el tiempo en donde el titular era el proceso para escoger los candidatos de la MUD, ahora esta instancia y los candidatos a diputados deben estar dándole respuesta a los temas cruciales de este momento: la comida podrida de Pdval, el racionamiento eléctrico encubierto que continúa fuera de Caracas, las redes de corrupción en el eje Caracas-Buenos Aires, por sólo nombrar tres asuntos cruciales, hay muchos otros.
¿Qué están diciendo los candidatos a diputados ante tales problemas? Y, lo más importante, ¿qué le están proponiendo a la ciudadanía? La noticia hoy no es que la oposición logró armar una lista con casi un 100% de acuerdos, eso fue importante en su momento, sin duda alguna, ahora hay que indagar, interpelar, cuáles son esos candidatos opositores, dónde están, qué están diciendo de forma unitaria y por separado, cuáles son sus planes en áreas específicas, qué rol le darán a la Asamblea Nacional.
Son muchas preguntas. Pero deben ser hechas a la dirigencia opositora, que aún parece seguir regodeándose en un éxito que ya es pasado, y ahora el desafío es otro, se trata de lograr los votos para recordarnos que la política es sinónimo de cambio.
Andrés Cañízalez
Publicado en Tal Cual