Cercado por problemas de caja en la tesorería nacional, una voluminosa nómina pública, la urgencia por corregir el retraso en las inversiones que necesita el sector eléctrico, la crisis de las empresas de Guayana y la inconveniencia de continuar aumentando la deuda del país –ya incrementada en 20% en 2009-, el Gobierno ha decidido multiplicar los bolívares que obtiene por cada (petro)dólar. Claro, sin olvidar lo que implica ser un año electoral.
Mientas el tipo de cambio se mantuvo a 2,15 bolívares por dólar el resto de los productos se incrementaron en más de 120% de la mano de una fuerte presión inflacionaria. Ahora estamos en un proceso llamado estanflación (recesión con inflación): la recesión se traduce en un sistema económico que produce menos, no contrata personal y no incrementa los salarios adecuadamente, mientras que la inflación eleva los precios como una espiral tomando en cuenta su propensión al alza en los últimos cuatro años. La economía sigue siendo dependiente en principio, del petróleo: con una ligera disminución de su precio internacional, aunque más sensible fue la reducción del volumen físico de producción en un 5% aproximadamente, y por tanto, de exportación, ya que no hubo inversiones adecuadas en producción y refinación; en segundo lugar, somos dependientes de las importaciones: las cuales se redujeron en 2009 de 49 a 38 millardos de dólares acentuada por las restricciones de Cadivi y de las relaciones con Colombia. Por último, hay una caída tendencial en actividades claves como la manufactura, el comercio y las empresas básicas en general.
Se han creado dos tasas de cambio fijas:
El dólar preferencial que pasa de 2,15 bolívares por dólar a 2,60. Un incremento del 21%. La tasa oficial se utilizará para importar el 45% en sectores vitales tales como la salud, alimentación, ciencia y tecnología, librerías y útiles, maquinaria industrial y agrícola, y para las compras del sector público, así como para las remesas de estudiantes y jubilados en el extranjero.
Se ha creado un nuevo tipo de dólar «petrolero» con una tasa de cambio a 4,30 bolívares por dólar. Un incremento del 100% sobre el dólar oficial anterior. Esta tasa se utilizará para importar el 55% de los rubros representados por sector automotriz, comercio, telecomunicaciones, químico, metalurgia, informática, caucho y plástico, electrodomésticos, textil, gráficos, seguros, construcción, bebidas y otros.
La devaluación del bolívar tiene dos efectos directos y dos indirectos:
1. Mayor competitividad del país en las exportaciones (el precio de los productos venezolanos en el exterior se abarata por ser en dólares): según cifras del BCV, el 91% de las exportaciones venezolanas se refieren a la actividad petrolera; un 4% de las exportaciones se refiere a la actividad no petrolera pública; y un 5% a la actividad no petrolera privada, las cuales se desplomaron en aproximadamente $3 mil millones en 2009, es decir, una contracción del sector del 50%. En este escenario, es relevante mencionar lo que puede causar la devaluación:
– En las exportaciones públicas (petróleo), permitirá al gobierno aumentar la liquidez para el gasto interno, por cada barril de petróleo se pagarán ahora 4,3 bolívares y no los 2,15 que se pagaban antes. Es decir, el gobierno va a ser el beneficiario porque va a obtener mayores ingresos –la misma visión fiscalista que la denominada cuarta-; ahora, eso tiene una contrapartida para el gobierno, son los pagos al exterior por importaciones, gastos militares, servicios de la deuda, bonos en moneda extranjera, etc.
– Para las exportaciones privadas, hará que los productos Venezolanos en el exterior sean más competitivos, pero como explicamos anteriormente, apenas el 5% del total exportó este sector. Una cuestión muy importante, es que por lo general para poder construir productos terminados es necesaria la compra de materia prima o de productos intermedios, los cuales, en muchos casos, deben ser importados a 4,30. Un factor ya bien conocido, es la limitación en la adquisición de divisas, lo que es un elemento que incide indirectamente en la exportación al dificultar y encarecer la adquisición de esta materia prima. Por otro lado el gobierno ha creado unos fondos de estímulo a la exportación; su incidencia para la mejora de la productividad sería mínima, en el mejor de los casos del 2% al 3%, cifra que aunque es positiva, no es significativa. Un crecimiento mayor depende ya no de las políticas a corto plazo sino de políticas estructurales que fomenten la inversión productiva privada, cuestión que no ha sido prioridad para el Estado.
2. Inflación: En la inflación se notan las principales consecuencias de esta devaluación. Este índice en 2009 finalizó en 25,1%, siendo 30,9% en el 2008. Según análisis de Alí Rodríguez, la inflación se ubicaría este año entre el 23% y el 27%. Según otros análisis, tomando los informes del BCV de los últimos años (PIB por actividad económica, exportación e importación de bienes e insumos y el IPC), con el objeto de estimar de forma básica el impacto de la inflación, NUNCA se ubicaría por debajo del 30%. Esto significa que la espiral de devaluación seguiría aumentando. El valor de la inflación dependerá también de la disponibilidad en la adquisición del dólar petrolero para operaciones de comercio, muchas de las cuales utilizan hoy en día el dólar paralelo. Debido a los dos tipos de cambio, una inflación muy alta (30%-38%) es lo que nos espera para el 2010 sin obviar una ola especulativa de intermediarios para obtener ganancias extraordinarias. En 2009 el deterioro en la capacidad de compra de la población se tradujo en caída del consumo privado en 2,6% que originó el leve descenso de la inflación, pero en este año aunque las empresas no tienen capacidad para aumentar la producción en el corto plazo las condiciones de año electoral y de mayor gasto por parte del gobierno incrementa aun más la inflación.
3. Impacto de la medida sobre el dólar paralelo: En 2009 el 49% de las importaciones privadas se efectuaron bajo este esquema paralelo, pero si logran beneficiarse con el dólar petrolero el esquema permuta podría disminuir. Si el dólar petrolero se pudiera adquirir de forma casi abierta, sería posible una desaparición mayoritaria del dólar paralelo. Sin embargo esto parece poco probable. El escenario más factible es uno en el cual el dólar paralelo continúa encareciéndose en el tiempo dependiendo de la disponibilidad de compra de divisas. Como conclusión, el paralelo continuará en el corto plazo relativamente cercano al dólar petrolero pero con tendencia al alza.
4. Impacto sobre el ahorro de los Venezolanos: El dinero de los venezolanos vale cuando mucho un 60% de lo que valía antes de la devaluación. El poder adquisitivo durante este año disminuirá notablemente. En el mediano plazo habrá que observar en qué medida el gobierno decreta aumento de salarios tanto para el sector público como en el privado, ya que es la única forma que el poder adquisitivo se mantenga en niveles “aceptables”, sin embargo, esto solo aplica o tiene incidencia sobre los nuevos ingresos, no sobre los ahorros que se han devaluado alrededor de un 40% en el mejor de los casos. Por otra parte, el consumo ya se había restringido, y con esta devaluación esta se va a restringir todavía más si no hay medidas compensatorias, causa por la cual la inflación disminuyó moderadamente en 2009, ya que cuando cae la demanda también lo hacen los precios.
Las consecuencias serán negativas. Si esta fuera una economía que tuviera capacidad productiva, excedente como otras economías de mayor peso, una devaluación favorecería la sustitución de importaciones y serían más competitivas las nuevas exportaciones. Pero una economía, como la venezolana, está decaída. No hay ninguna capacidad de excedente, sino que, por el contrario, existe una capacidad deficitaria notable de producción, y en consecuencia, esto en lugar de favorecer esa capacidad, lo que va a hacer es golpearla más todavía y se agravarán los males de la estanflación.
Fabricio Briceño