Más allá de las cifras oficiales de las primarias del Partido Socialista Unido de Venezuela, y de que puedan ser creíbles o no, es innegable que se trató de un hecho político de trascendencia porque se sometió a consultas a una parte importante de los candidatos a la Asamblea Nacional y surgieron, en algunos casos, nuevos nombres, producto de la derrota de figuras que con su acción de gobierno, política e, inclusive, mediática se granjearon el rechazo de las bases de ese partido.

Al escribir estas notas aún es temprano para un balance definitivo, pero adelantemos algunas opiniones.

Fue un proceso sin auditoría externa porque se trataba de una consulta partidista.

Los candidatos no pudieron tener testigos de mesa en vista de la gran cantidad de aspirantes por cada circuito. Así que resulta imposible, desde fuera, verificar si efectivamente o no la cifra de dos millones y medio de votantes se corresponde con la verdad.

Si es cierta, por supuesto que sería, indudablemente, una demostración de fuerza. Pero si los números están abultados, como piensan en la oposición, el autoengaño, si lo hubiere, podría resultar contraproducente.

Si bien fue una campaña comedida, sin derroche de propaganda en los medios, a excepción del abuso en la radio y en las televisoras estatales puestas al servicio de la consulta, ésta estuvo marcada en no pocos casos por la impronta de la burocracia estatal y, por algo, uno de los candidatos, el luchador social de la parroquia 23 de Enero, Juan Contreras, tenía como lema “ni burócratas ni capitalistas a la Asamblea”.

Si comparamos porcentualmente la participación en las primarias del PSUV y en las opositoras es obvio que, desde el punto de vista del aparato, los rojo-rojitos mostraron, aunque las cifras pudieran estar abultadas, una mejor maquinaria.

Pero si adoptamos como bueno el número de participantes psuvistas en la elección, es obvio que cabe preguntar por qué varios millones de militantes e inclusive inscritos en el partido de gobierno, más del sesenta por ciento no atendió el llamado a participar si se supone que se trata del partido de la Revolución. Esto ­repito­ sin menospreciar la movilización realizada, independientemente de su magnitud.

Eso formará parte del balance que seguramente harán los dirigentes de ese partido con sus cifras en mano y a puertas cerradas.

Viene ahora la designación, por vía digital, de un tercio de los candidatos y veremos a quiénes el Presidente ubica allí, y si son incluidos algunos de los derrotados en las primarias, como el caso del señor de la sombra quien, pese a su uso y abuso del espacio nocturno que posee en VTV, rodó en sus aspiraciones a ser diputado por Caracas.

Ese caso específico es una buena señal en el sentido de que esa política de odio, de promoción de la exclusión, de banalización del lenguaje político, y de criminalización de la disidencia interna y externa genera el rechazo no sólo de la ciudadanía opositora, sino también de la militancia psuvista.

¿Cambiará el tono de su decadente perorata nocturna? ¿Descubrirá lo que significa la palabra humildad y se retractará de tanta basura arrojada sobre tanta gente? Ya lo sabremos.

CRUZ VILLEGAS Si algo une a nuestra familia, por encima de diferencias políticas, es el recuerdo de nuestro padre, Cruz Villegas, quien nació un 3 de mayo de 1917 y dedicó toda su vida a la causa de los trabajadores.

Al cumplirse 93 años de su llegada a este mundo, le reiteramos nuestros votos de amor y gratitud por todo lo que nos dio en vida, junto con nuestra vieja Maja.

Vladimir Villegas
Periodista

Más allá de las cifras oficiales de las primarias del Partido Socialista Unido de Venezuela, y de que puedan ser creíbles o no, es innegable que se trató de un hecho político de trascendencia porque se sometió a consultas a una parte importante de los candidatos a la Asamblea Nacional y surgieron, en algunos casos, nuevos nombres, producto de la derrota de figuras que con su acción de gobierno, política e, inclusive, mediática se granjearon el rechazo de las bases de ese partido.

Al escribir estas notas aún es temprano para un balance definitivo, pero adelantemos algunas opiniones.

Fue un proceso sin auditoría externa porque se trataba de una consulta partidista.

Los candidatos no pudieron tener testigos de mesa en vista de la gran cantidad de aspirantes por cada circuito. Así que resulta imposible, desde fuera, verificar si efectivamente o no la cifra de dos millones y medio de votantes se corresponde con la verdad.

Si es cierta, por supuesto que sería, indudablemente, una demostración de fuerza. Pero si los números están abultados, como piensan en la oposición, el autoengaño, si lo hubiere, podría resultar contraproducente.

Si bien fue una campaña comedida, sin derroche de propaganda en los medios, a excepción del abuso en la radio y en las televisoras estatales puestas al servicio de la consulta, ésta estuvo marcada en no pocos casos por la impronta de la burocracia estatal y, por algo, uno de los candidatos, el luchador social de la parroquia 23 de Enero, Juan Contreras, tenía como lema “ni burócratas ni capitalistas a la Asamblea”.

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