Si alguien desea apreciar el fracaso de un modelo económico, debe mirar a la Venezuela del lapso 1999-2010. No hace falta hacer cálculos de alta y refinada economía para darse de cuenta de lo evidente. Al principio del gobierno, de la mano de Jorge Giordani, se ensayó un modelo económico y geográfico llamado el Eje Orinoco-Apure del cual nadie se acuerda y cuyos restos reposan en los libros y planos de los ministerios, hoy carcomidos por la polilla.

A partir de 2003, el gobierno empezó a gastar lo que tenía y lo que no tenía tratando de reanimar la alicaída economía. Para ello contó con el financiamiento de un Banco Central que optó por sacrificarse al permitir tasas elevadas de inflación para darle dinero al gobierno. Ese período de fuerte expansión fiscal que arranca en 2004 se extendió hasta 2008 cuando ya el petróleo no pudo financiar el crecimiento. Durante esa fase el gobierno cometió un error capital: confundió socialismo con estatismo y se lanzó a una carrera desbocada a comprar cuanta empresa veía y ahora esas estatizaciones son una carga muy pesada en las finanzas públicas que está llevando al país a una senda de endeudamiento con bancos del exterior y convirtiendo a Venezuela en una especie de protectorado de China.

En la etapa de la euforia, 2004-2007 el país consumió y mucho, pero no producía. También ha hecho un daño casi irreparable la terca política giordanista de mantener anclado el tipo de cambio para permitir la compra en el extranjero de productos baratos con la falsa creencia de que ello bajaría la inflación. Como sabe cualquier ciudadano medianamente instruido en economía, esa política conduciría a una perdida de las reservas internacionales, como sucedió y al suceder, Giordani descargó su error sobre las casas de bolsa acusándolas de especuladores cambiarios, sin darse cuenta que su política propició que durante casi cuatro años el BCV literalmente regalara sus divisas a la tasa de Bs/US$ 2,15 a los venezolanos ávidos de sacar sus capitales del país. En medio de la crisis que se desató por la caída de los precios del petróleo, en 2008 no se le ocurrió otra cosa al ministro Giordani, que implantar una severa austeridad fiscal, similar a lo que hace un aprendiz de medicina que purga a un enfermo que sufre de diarrea.

Transcurridos más de diez años de gobierno, Venezuela hoy es más dependiente del petróleo que hace 30 años. Consumió más el país, es verdad, pero produce menos, está más subordinado al abastecimiento externo y sus capacidades de generar ingresos de divisas distintas al petróleo están diezmadas. Su clase empresarial luce desmotivada, perseguida y sin incentivos para emprender nuevos proyectos.

José Guerra
Economista

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