Por Tello Benítez

Los trabajadores constituyen un potencial que adecuadamente activado y movilizado puede ser decisivo en cualquier esfuerzo de cambio político, económico y social. La conflictividad laboral extendida a todo el ámbito nacional es la evidencia de un grave descontento que no encuentra canalización ni potenciación, entre otros factores, por la crisis que afecta al propio movimiento y por las limitaciones de su dirigencia para comprender la tremenda oportunidad que se le presenta y la necesidad urgente de introducir cambios y construir una unidad ganar-ganar en una primera etapa con la mayoría de las corrientes, movimientos, personalidades, fundaciones, asociaciones civiles, gremios profesionales, asociaciones de jubilados, mujeres, jóvenes, académicos, etc., es decir, el mundo laboral.

Las condiciones salariales y de vida de los trabajadores se han deteriorado, en contraste con los discursos gubernamentales y el de los compañeros del sindicalismo oficial en el país y en los foros internacionales donde pretenden hacer ver sin éxito que la clase trabajadora venezolana va al paraíso. Se impone el salario mínimo por decisión presidencial violando la Ley Orgánica del Trabajo. Se empobrece cada día a ese importante sector de trabajadores, buena parte de ellos profesionales, que ganan un poco más del salario mínimo y que tienen más de un quinquenio sin aumentos salariales.

Los derechos laborales irrenunciables, intangibles y progresivos están en peligro por la imposición de políticas laborales foráneas, propias de regímenes incompatibles con los derechos de los trabajadores, y cuyos efectos negativos ya se sienten en nuestra fuerza laboral y en la producción.

Nunca se había atropellado tanto la libertad sindical. La criminalización de las actividades sindicales continúa como política de Estado. El derecho a las convenciones está siendo desconocido.

Pero de lo que se trata en estos momentos es asumir responsablemente la unidad del movimiento sindical para enfrentar todo lo anterior. Sabemos que la unidad es un proceso exigente y que al movimiento sindical modelo, el de Uruguay, le costó no pocos esfuerzos e iniciativas. Los uruguayos en su proceso de unidad en las últimas décadas ensayaron una Comisión Coordinadora pro-central única, pusieron en práctica una Asamblea Consultiva de Sindicatos, en 1961 crearon una central a la que se negaron a llamar única para permitir el ingreso de los sindicatos que habían quedado fuera, luego crean la Convención Nacional de Trabajadores (CNT) en base a un acuerdo con los sindicatos no integrados y la central y en base a una propuesta programática. La CNT convocó un año después el Congreso del Pueblo, integrado por los más amplios sectores de la sociedad. Hay que destacar que la CNT no se convirtió en central de manera inmediata sino varios años después. En 1983 se crea el Plenario Intersindical de Trabajadores (PIT). En 1984 bajo la consigna “un solo movimiento sindical” se crea el actual PIT-CNT.

¿Por dónde empezamos nosotros?, ¿Porqué no aprovechar esta importante concentración de dirigentes sindicales y trabajadores que se realizará este 26 de marzo en Guayana para conversar seriamente sobre el tema de la unidad? Es crucial dar pasos concretos hacia la unidad sindical. Hoy se requieren las fuerzas más activas del movimiento en las fábricas y centros de trabajo y también las estructuras institucionales para actuar con más eficacia en el escenario internacional de particular importancia en las presentes circunstancias.

23.03.11  Correo del Caroní

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