1 Sin duda alguna que es atípico. Insólito. Inusitado. Y cuanto calificativo se le ocurra a uno para caracterizar el proceso electoral que está en marcha para elegir a los miembros de la Asamblea Nacional el próximo 26 de septiembre. Lo es porque lo que está en juego es algo más que la escogencia de los diputados que integrarán el Poder Legislativo. O sea, lo que suele ser rutina institucional para dirimir la correlación de fuerza en el Parlamento. Y está el contexto en cual se produce el evento comicial, plagado de tensiones y emplazamientos para dilucidar temas de envergadura: la transición del capitalismo al socialismo, definiciones sobre el régimen de propiedad, el poder comunal, las misiones sociales, el signo de la política exterior, todo ello con elecciones, libertades públicas y múltiples expresiones partidistas e ideológicas.
2 Reto a cualquiera a que me diga si algo similar ocurrió en el pasado. Si en algún otro país se dio una situación parecida, salvo, claro está, en Chile con el proceso que lideró la Unidad Popular. Que intentó Salvador Allende con audacia y coraje, consistente en compatibilizar cambios sociales profundos con democracia, frustrado por la derecha de ese país, el fascismo dentro de la Fuerza Armada, y el gobierno norteamericano de entonces, la siniestra combinación Nixon, Kissinger, y de medios como El Mercurio, cuyo propietario, Agustín Edwards, fue decisivo en el cruento desenlace -al igual que pasó en Venezuela con los medios el 11 de abril de 2002. Por eso la complejidad del momento, con los árboles que no dejan ver el bosque. No sé, por ejemplo, si el chavismo está consciente de que se está jugando la suerte del proceso revolucionario en unas elecciones parlamentarias. Algo que ni siquiera sucede en unas presidenciales. Y no sé si toda la oposición tiene clara tal circunstancia. Si está preparada para encarar con talante cívico una derrota. Lo que sí sé es que en la oposición hay sectores que quieren jugarse el todo por el todo.
3 Me explico: hay sectores en ese segmento social y político que asumen el proceso electoral democráticamente, aun cuando ante una situación límite podrían plegarse a opciones aventureras como ya lo hicieron en los años 2002-2003. Y hay otros que lo encaran en términos subversivos. No para lograr determinada cuota de diputados a la Asamblea Nacional, sino para aprovechar las circunstancias y contaminar el proceso. En cuanto al chavismo, parece sumergido en un intenso trajín electoral, lo cual es positivo, pero no sé si en él existe conciencia de que en el escenario hay algo más que una disputa por el favor de los electores, es decir, si percibe que los comicios de septiembre son algo más que una puja para obtener mayoría en la Asamblea Nacional. Que se trata de un momento crucial de la lucha por el poder. La expectativa que genera el resultado sin duda dispara las tensiones. La característica del momento no es la normalidad: es la anormalidad; no es la rutina democrática respetada por las partes, sino la excepción. ¿Por qué? Porque la revolución siempre es excepción, y aquellos que se oponen a ella no vacilan en apelar a cualquier recurso. Durante más de una década lo demostró la oposición, alentada por poderosas corrientes políticas, ideológicas, económicas, dentro y fuera del país.
4 Hay la percepción de que, una vez más, algunos sectores en la oposición se plantean salidas extremas en la actual coyuntura. Para ello acumulan recursos y elaboran planes en esa línea. El ataque contra el sistema bancario, los preparativos para calentar la calle de signo distinto a las movilizaciones democráticas en tiempo de elecciones, el incremento de la presencia paramilitar e, incluso, lo que significa la captura de un importante terrorista de la región, el salvadoreño Francisco Chávez Abarca -ingresó al país con pasaporte falso-, del grupo de Posada Carriles, son hechos que confirman la existencia de dos niveles en el accionar de la oposición: por arriba, la participación electoral, a diario ratificada ante el CNE, y por abajo, una política de estímulo a diversas expresiones subversivas. En síntesis: tiene que haber conciencia de lo que ocurre, de lo que está planteado, para evitar sorpresas.
LABERINTO
¿Es posible una relación respetuosa entre EEUU y Venezuela? Por qué no. Hay razones para que exista, que pesan más que el rechazo. No me parece que Chávez esté interesado en cultivar el enfrentamiento como suelen afirmar sus adversarios. Lo que sucede es que hay poderosos sectores del establecimiento político-industrial-militar norteamericano que estimulan la pugnacidad y el chantaje permanente que impide acercamientos…
Lo sucedido con la administración Obama lo confirma. Las señales que el nuevo mandatario dio en la cumbre de Puerto España se esfumaron rápidamente y fueron sustituidas por el mismo lenguaje agresivo de la administración Bush. Chávez no se niega a dialogar: se niega a aceptar una concepción colonial del diálogo…
El Gobierno tiene que actuar con más decisión en el tema carcelario. Hubo avances, pero no suficientes. El ritual diario de violencia en ese submundo es inaceptable. Obliga a revisar la actuación del personal de seguridad. Gran parte de la violencia que se genera en las cárceles es responsabilidad de la guardia de las prisiones. El ingreso de armas, licor, prostitutas, celulares con los que dirigen secuestros y se consuman acciones de sicariato, tiene que ver con la corrupción de la vigilancia de los centros de reclusión. La adopción de medidas enérgicas reduciría el nivel de la crisis…
Tengo que decir que constantemente recibo denuncias sobre la participación en hechos delictivos -secuestros, allanamientos de comercios y empresas- de agentes policiales. De casi todos los cuerpos de seguridad. Presentar pruebas que sustenten las denuncias es difícil. Hay desconfianza en los ciudadanos por el uso que se le da a los señalamientos concretos. Las personas afectadas dicen que se exponen a retaliaciones por parte de los delincuentes investidos de autoridad. Urge fortalecer al interior de los organismos policiales el seguimiento de la denuncia, el resguardo de la confidencialidad y extremar las medidas de control…
«Las mentiras de Sadous» es, según el diario Página 12 -Buenos Aires-, un texto que presentó ante el juez de la causa la empresa Planat sobre la denuncia del ex embajador de Argentina en Venezuela, pieza clave en la información que, de manera sesgada, manejan El Nacional de Caracas y Clarín de Buenos Aires. La empresa sostiene que intervenía en la exportación de maquinaria agrícola a Venezuela desde el año 2000, durante el gobierno de Fernando de la Rúa -tres años antes de Kirchner- y cobraba a los empresarios argentinos una comisión de 15%…
Ahora Sadous está entrampado, porque tanto él como los diputados de oposición se oponen a que su testimonio ante una comisión de la Cámara se haga público. Desde luego, esto no se menciona en los citados medios de comunicación…
Algo más aflora de las investigaciones de otros diarios argentinos sobre el ex embajador Sadous: integró el equipo de Alberto Vignes -canciller de facto del «brujo» López Rega cuando comenzó la masacre en Argentina-, quien fue uno de los artífices de la coordinación de los organismos de inteligencia del Cono Sur en la «Operación Cóndor». Sadous colaboró con Vignes y fue hombre del entorno del almirante Massera antes y después del golpe…
Es evidente que la jerarquía de la Iglesia Católica venezolana busca chocar con Chávez con fines electorales (o electoreros).