Evidencias de este colapso lo tenemos en multitud de escenarios, de los cuales los más resaltantes son:
- La crisis eléctrica. Desde 1999 se le informó por multitud de documentos al propio presidente Chávez del sabotaje interno que prevalecía en las empresas eléctricas de todo el país. No obstante, fueron 10 años de oídos sordos, y hoy tenemos el resultado. Más grave aún, quienes sabotearon internamente y generaron la actual crisis eléctrica, todavía continúan en sus cargos. Como si lo ocurrido no bastara para tomar las acciones más contundentes.
- La crisis del agua. Este gobierno, más allá de su discurso ambientalista y la justa pelea dada en Copenhague, promueve al mismo tiempo salvajadas destructoras del ambiente como lo es la explotación del carbón a cielo abierto en Perijá, en las propias fuentes del agua que surte a una ciudad de dos millones de habitantes como es Maracaibo. Igual ha ocurrido en el estado Bolívar.
- La impunidad en los asesinatos de dirigentes revolucionarios campesinos y obreros. Acabamos de escuchar por VTV a un “prócer” de este proceso decir que los asesinatos de campesinos evidencian lo “justo” de la política gubernamental hacia el problema de la tierra. Nos permitimos aclararle a ese connotado “prócer” que en todas las guerras, si los muertos se cuentan sólo del bando propio, significa sencillamente que se está perdiendo la guerra. Tamaña estupidez sólo puede provenir de individuos a los cuales el poder les cayó en las manos por casualidad. Nunca un verdadero combatiente revolucionario podrá opinar de forma tan absurda ante un problema tan grave como son los reiterados asesinatos de dirigentes sociales.
- El desbordamiento de la delincuencia y el estado general de inseguridad que se vive en el país. El atraco contra un alto dirigente del Ministerio del Interior, organismo responsable precisamente de combatir a la delincuencia, es la punta del iceberg de una realidad que acosa diariamente a todos los venezolanos.
- La criminalización de la lucha social se viene convirtiendo en un “parteaguas” del proceso bolivariano. Particularmente el juicio y detención contra el cacique yukpa Sabino Romero constituye la prueba más contundente de cómo la derecha endógena ha infiltrado a casi todo el aparato del estado bolivariano y procede ya más abiertamente a reprimir a los sectores sociales que siguen exigiendo el cumplimiento de los derechos ofrecidos por la revolución misma y consagrados en la constitución bolivariana. Igual ocurre con los procedimientos judiciales abiertos a decenas de líderes sindicales, y el asesinato de líderes como el secretario general del sindicato de la Toyota en Cumaná, Argenis Vásquez, asesinato que todo indica que junto a los intereses empresariales puedan haber actuado personeros de la derecha endógena (funcionarios del gobierno bolivariano).
- La inflación desbordada que se manifiesta en todos los escenarios económicos del país. Venezuela se ha convertido en el país más caro del mundo, en el cual cualquier producto importado vale tres y cuatro veces el precio internacional del mismo. Igual ocurre con las viviendas, las cuales tienen precios inaccesibles para cualquier trabajador (salvo que se entienda por vivienda un rancho de tablas). La inflación se manifiesta también en todos los productos de primera necesidad, comenzando por los alimentos. Esta inflación expresa la pérdida de control que sobre la economía tiene el gobierno bolivariano, y que toda la perorata socialista no pasa de ser palabras al viento, mientras los grandes capitalistas nacionales y extranjeros (incluyendo a la nueva boliburguesía) son los que continúan controlando el aparato productivo y el comercio interno.
- La crisis bancaria, que significa el colapso de la estúpida (e interesada) consigna promovida por personajes como Nicolás Maduro, quienes hablaban hasta hace poco de la necesidad de constituir una “burguesía nacionalista”. Ha quedado al descubierto el enorme negociado que la derecha endógena ha venido realizando a nombre de la revolución, pues todos estos banqueros hoy presos o prófugos no eran más que testaferros de numerosos “próceres” de la revolución. No sólo el renunciado ministro Chacón, sino otros ministros más connotados aún, gobernadores que antes fueron ministros, y altos funcionarios del estado, se han enriquecido solapadamente con los negocios fraudulentos de estos bancos “bolivarianos”. Esta crisis de los nuevos banqueros bolivarianos ha revelado que las finanzas venezolanas siguen estando controladas por la banca privada, por la burguesía tradicional, con la cual el gobierno bolivariano mantiene una alianza solapada, aunque se les insulte todos los días por los medios.
- La crisis de la salud, que llevó al deterioro acentuado de programas como el de Barrio Adentro, y provocó la destitución del ministro Mantilla. Aunque se ha tomado medidas en este sector, todavía sus resultados están por verse.
- La crisis educativa, que en el sector universitario ha llevado a una pérdida absoluta de rumbo, tanto en las universidades bolivarianas (como la UBV y la UNEFA ), como en las universidades autónomas y experimentales, las cuales continúan estando bajo control absoluto de la extrema derecha sin que el gobierno se haya planteado en diez años estrategia alguna para revertir esta grave situación. En el sector de la educación básica se ha dado un paso adelante con la aprobación de la LOE , pero la política anti-movimientos sociales que desarrolla la derecha endógena desde todas las instancias gubernamentales, ha impedido la constitución de un poderoso movimiento magisterial que apuntale la política revolucionaria en este sector. Sin movimientos estudiantiles poderosos, así como de educadores, no se podrá avanzar ni un ápice en un cambio revolucionario para el sector educativo. Y la derecha endógena, si algo hace dentro del gobierno, es destruir todos los días cualquier manifestación autónoma de los movimientos sociales que respaldan al proceso.
- El remate de todo esto es la recién anunciada devaluación de la moneda en un 100%, lo que disparará la inflación en desmedro del salario real de los trabajadores. Una clásica medida neoliberal que persigue obtener fondos para el gasto gubernamental a costa del deterioro de la capacidad adquisitiva de los sectores asalariados. (por cierto, si tenemos 34 millardos de dólares en reservas, ¿porqué necesita dinero el gobierno?). Todas las devaluaciones forman parte de la llamada “terapia de shock” neoliberal, que deja en shock precisamente a los más pobres y a las clases medias, favoreciendo a los monopolios comerciales especuladores, los cuales como decíamos antes este gobierno bolivariano no ha podido controlar.
El pretendido “socialismo bolivariano” sigue siendo el más puro capitalismo, pero con la gravedad de que se está desprestigiando la idea socialista, y se deja al pueblo venezolano, y a todos los pueblos del mundo que miran nuestra revolución, sin esperanza alguna.
¿Hasta dónde nos seguiremos calando esto? No es un problema de saltar la talanquera y coincidir con la derecha tradicional. Nos referimos a la necesidad de luchar contra el gobierno desde la izquierda, desde las luchas populares, acompañando los múltiples conflictos sociales que con toda razón estallan en cualquier parte del país.
Percibimos por el contrario que la derecha tradicional no logra aumentar sus niveles de confrontación con el gobierno, y que pareciera existir una tácita aceptación de la acción gubernamental. Creemos que en este aspecto son cada vez más los puntos de coincidencia entre la derecha endógena y la derecha tradicional. Hay tantos derechistas infiltrados en el gobierno bolivariano, que la burguesía internacional se preguntará constantemente si vale la pena derrocar a Chávez o seguir gobernando con él. Esto no significa que no tratarán de tumbar a Chávez cada vez que tengan la oportunidad, por el mal ejemplo internacional que significa el discurso socialista y propuestas en desarrollo como el Alba, el Banco del Sur, etc.
¿Cuál es la alternativa? Movilizar al pueblo para exigir cambios fundamentales en el gobierno bolivariano. Expulsar a la derecha endógena que hoy domina el consejo de ministros y la asamblea nacional, y comenzar una verdadera transformación institucional que acabe con el estado burgués y se fundamente en el poder popular, en las comunas y los consejos comunales.
Dejar atrás el mesianismo y el liderazgo unipersonal, y conformar un consejo revolucionario de gobierno que imponga una dirección colectiva del proceso.
La alternativa es volver patas arriba al aparato burocrático dominado por la derecha endógena. ¿Y cómo hacemos para identificar a la derecha endógena? Todo aquel que niegue que existe una derecha endógena, pues es miembro de la misma. Todo aquel que gobierna sin el pueblo, sin los movimientos sociales, que impone una gestión neoadeca en el ministerio o institución que dirige, que persigue a los militantes honestos, que expulsa a los que critican las desviaciones y abusos contra el pueblo, pues todos ellos son integrantes de la derecha endógena. Aunque delante de Chávez digan todos los días patria, socialismo o muerte.
Si no se hace esto, el destino de la revolución se reducirá a dos alternativas igualmente nefastas. Ser derrotados electoralmente en los eventos previstos para asamblea nacional (2010) y presidencia (2012), con el consecuente regreso al poder de la derecha tradicional. O que Chávez se mantenga en el poder, pero como una caricatura de revolución, en una nueva versión de los adecos de 1959, puro discurso y ninguna transformación real.
Como dijo Simón Bolívar, es hora de dejar el miedo a la espalda y de salvar a la patria. Esta patria por la que el pueblo ha luchado por décadas para conquistar un verdadero socialismo. Esta nuestra patria Venezuela, por la que nuevamente proclamamos: ¡Hasta la victoria, siempre!
Alexander J.C
Ex trabajador Pdvsa Anaco