La reciente tragedia vivida por la familia Viera Valero fue aprovechada por los principales medios de comunicación, como una ocasión para atacar el trabajo desarrollado por las instituciones del Estado en procura de la erradicación de la violencia contra la mujer. La notoria identificación del “Inca” Valero con el Presidente de la República constituía un atractivo irresistible para todos aquellos que asumen la comunicación sin los más mínimos principios de ética y responsabilidad.
Pero en el profuso análisis que desde la trinchera mediática se realizó sobre las causas de tan lamentable suceso, se omitió considerar el impacto que la programación de la televisión venezolana tiene en la exacerbación de la violencia como modo de resolución de conflictos dentro de nuestra sociedad, en el reforzamiento del patriarcado y en el menosprecio de la figura de la mujer.
El más somero estudio de la programación de los principales canales de televisión privada evidencia cómo la violencia, el maltrato hacia la mujer, la incitación al consumo, el uso de armas y la desvalorización del respeto, la convivencia, el estudio y el trabajo constituyen la esencia de los mensajes dirigidos a toda nuestra población, y de manera más preocupante a nuestros niños, niñas y adolescentes.
En ese sentido, sea oportuno el momento para escuchar el clamor colectivo y profundizar las acciones del Estado contra todas las formas de violencia, y en especial contra la violencia hacia la mujer, abordando las causas estructurales que contribuyen a tan preocupante fenómeno. Como ha sido comprobado por los estudiosos de la comunicación, la programación televisiva de contenido violento produce un efecto directo en los niveles de violencia y agresividad en la población. He aquí un buen punto de partida. (Larry Devoe, 13.05.10, http://www.aporrea.org/ddhh/a100543.html)