Vilma Zambrano, líder sindical, se estaba comiendo un perro caliente en la calle en Macarao, en la ciudad de Caracas, Venezuela, el mes pasado, cuando un miembro de su mismo sindicato le disparó sin mediar palabra.
La señora Zambrano, quien estaba embarazada, murió en el lugar, en los brazos de su hija de 17 años.
“Ese día otro miembro del mismo sindicato fue abaleado en Petare” afirma Solanye Zambrano, sargenta de la Policía Metropolitana de Caracas. “Todo indica que existen grupos de sicarios en el sector de la construcción”.
Delitos como estos, entre sindicalistas, no son nuevos en Venezuela, particularmente en la construcción. Lo que sí es inusual es este tipo de ataques a la plena luz del día en el centro de Caracas.
“Venezuela es el segundo lugar más peligroso del mundo para tener un papel activo en un sindicato, después de Colombia”, afirma Lorenzo Labrique, un experto belga en asuntos laborales, quien trabaja para una organización de Derechos Humanos, PROVEA.
“La diferencia con Colombia es que mientras los sindicalistas tienden a ser asesinados por grupos derechistas paramilitares para detenerlos en sus actividades, en Venezuela la mayoría de los sindicalistas son asesinados como resultado de disputas dentro del mismo sindicato, o por roces entre sindicatos rivales. Algunos sindicatos en el sector de la construcción se han convertido en grandes negocios y muchos de ellos actúan como mafias”, asevera Labrique.
“Una de las razones de este tipo de confrontaciones es el gran nivel de democracia que tenemos en Venezuela”, asegura Asdrúbal López, Diputado del partido socialista con mayor control, el PSUV. “Hoy en día no es tan difícil crear un sindicato como lo era en el pasado”.
Situación Crítica
De acuerdo con personeros del gobierno, la cantidad de sindicatos en Venezuela se ha incrementado exponencialmente en los años recientes de 1.200 en 1998 a más de 6.000 en 2009 – con 736 sindicatos diferentes solamente en el sector de la construcción.
“Los trabajadores gozan de más derechos que nunca antes. En el sector construcción, han tenido acceso a mejores condiciones laborales y mayores beneficios de la seguridad social, como planes de jubilación y seguro de vida”, afirmó López.
La violencia sindical ha existido en Venezuela desde mucho antes que el Presidente Hugo Chávez asumiera el poder. Sin embargo, voceros de varios sindicatos, políticos y organizaciones de derechos humanos han advertido que la situación actual se está volviendo crítica, especialmente en el Estado Bolívar, situado al sur de Venezuela.
De acuerdo con PROVEA, 46 líderes sindicales fueron asesinados entre 2008 y 2009, mientras que cerca de 50 fueron los asesinados en 2007.
Pero estas cifras no cuentan toda la historia. No se encuentra incluido aquí el número de sindicalistas, trabajadores e incluso sicarios que fallecieron en situaciones de violencia interna. El origen de tales delitos, afirma la organización de derechos humanos, es la lucha por el control de proyectos de construcción lucrativos.
En Venezuela, una ley establece que el 75% de la fuerza laboral en una construcción debe estar conformada por los sindicatos, lo cual ha llevado a una práctica común pero ilegal por algunos sindicalistas.
Primero, suelen extorsionar a la compañía, la cual debe pagar para “mantener la paz” con el sindicato y asegurar que no surjan huelgas. Pero el dinero también es obtenido por medio de los “cupos”, una cuota informal pagada por cada trabajador contratado, usualmente un porcentaje de su salario.
Armas sobre la mesa
Los sindicatos aseguran que algunas compañías se aprovechan de la situación, prefiriendo contratar a líderes sindicales con antecedentes penales con el objeto de intimidar y explotar a sus trabajadores.
“Reuniones ocasionales se llevan a cabo con armas sobre la mesa” dijo el Gerente de Recursos Humanos de una importante compañía trasnacional europea, quien no quiso revelar el nombre de la compañía.
“Luego, piden sobornos que pueden llegar ser tan altos como 200.000 bolívares, dependiendo del proyecto. A menudo se debe contratar a tres o cuatro de estos sindicalistas como supervisores con salario completo, aún y cuando nunca pongan un pie en el lugar del proyecto.”
Pocas personas a cargo de las negociaciones de los sindicatos discuten estos asuntos abiertamente con los medios, especialmente luego del asesinato de alto perfil de uno de sus colegas, Rafael Riera, quien fue abaleado el pasado mes de febrero cuando se retiraba del proyecto de construcción del ferrocarril en la ciudad de Valencia.
Muchos negociadores por parte de las compañías privadas dicen ser constantemente amenazados con secuestros. Por ello, evitan relevar información personal y no se apegan a un cronograma fijo cuando van a supervisar un proyecto.
“Estamos totalmente en contra de estas prácticas”, afirma Daniel Coa, secretario de FUNTBCAC, un sindicato de trabajadores cercano al gobierno socialista.
“La violencia entre sindicatos en Venezuela es algo serio y nosotros y el gobierno tratamos de reducirla. Pero la nueva libertad para establecer un sindicato en el gobierno del Presidente Chávez desafortunadamente ha creado un incremento de la violencia, porque algunas personas tratan de tomar control de las construcciones por las armas”, agregó Coa.
Un ingrediente agregado a esta violencia, como afirma Coa, es la política gubernamental de darle a los Consejos Comunales (cooperativas auspiciadas por el gobierno) parte en los trabajos llevados a cabo en sus respectivas zonas.
“De alguna forma, esto le ha abierto la puerta a los delitos comunes presentes en algunas comunidades.”
Pero no todos están complacidos con los esfuerzos del gobierno en el asunto.
“El gobierno ha deslegitimado a los sindicatos, éstos han perdido fuerza, y las autoridades no hacen nada para impedir que los sindicalistas porten armas, incluso ametralladoras”, afirma Pastora Medina, diputada del partido de oposición, Frente Humanista.
“Esta situación se agrava, y está causando que muchas compañías se nieguen a invertir en Venezuela”.
De cualquier forma, la creación de tantos nuevos sindicatos ha abierto el debate en Venezuela sobre los beneficios de exigir derechos laborales para trabajadores sub-representados y explotados, y sus respectivas consecuencias, particularmente en estos términos de violencia. (Anahi Aradas, BBC, http://news.bbc.co.uk/2/hi/americas/8583662.stm)
Traducción: Clara Bastidas
Estoy de acuerdo con muchas de las cosas que se dicen aquí, pero es importante resaltar, que existen sindicalistas honestos que a riesgo de su propia vida están dando una lucha intestina contra estas mafias de delincuentes que se han infiltrado en el movimiento sindical y es alli donde se requiere la colaboracion del resto de los trabajadores que han creado el estigma de que todos los dirigentes son delincuentes y esto sin duda es contraproducente para susu intereses…