No se puede concebir un sistema democrático con el desconocimiento de la legislación laboral, menos se puede argumentar que estamos construyendo un socialismo si a la dirigencia sindical se le cercenan sus derechos, se le presiona por diferentes vías para silenciarla, para que no acompañe a los trabajadores en sus reclamos y búsqueda de verdaderas soluciones a sus problemas. Nada de eso es democrático.

Uno de los atropellos más recientes contra un líder sindical es el caso de Robert González, segundo secretario ejecutivo de la Federación Unica de Trabajadores Petroleros de Venezuela, quien labora en la Refinería El Palito de PDVSA en Puerto Cabello, estado Carabobo. Hace pocos días fue informado por los propios trabajadores que fue sacado de nómina y que se ha prohibido su entrada a la planta. Su nombre ya no aparece en la lista de la caja de ahorros ni en la de beneficiarios de la tarjeta electrónica de alimentación, un complemento de sueldo que reciben los trabajadores de PDVSA.

La agresión está consumada en la práctica, sin embargo no hay papel o documento que la oficialice, Robert González no ha recibido oficio, memorándum o cualquier comunicación de la estatal petrolera informándole de la decisión y de las razones por las cuales se le ha desincorporado. La directiva nacional de la federación de la que es miembro tampoco ha recibido respuesta, la alta gerencia de la empresa, incluyendo al ministro Rafael Ramírez, supuestamente no saben nada del caso.

A Robert González se le ha violado su fuero sindical, este atropello es contra los trabajadores de la refinería que votaron por él en las elecciones sindicales, que lo designaron su representante, su vocero sindical. Al desincorporarlo se está violando casi en su totalidad el contrato colectivo petrolero, las leyes que protegen a los trabajadores venezolanos y hasta la Convención Internacional del Trabajo.

¿Cuál es el delito cometido por Robert González? Creer que sí es posible un cambio revolucionario en el país, que los trabajadores son la herramienta fundamental para esa transformación y que es absolutamente necesario el pensamiento crítico y la actitud vigilante para frenar cualquier desviación del proceso que puede desvanecer la esperanza de alcanzar ese cambio, para desenmascarar a los que en nombre de una revolución están imponiendo en las empresas del estado las mismas prácticas de las mafias sindicaleras del pasado adeco-copeyano. Su delito es estar convencido que hay que fortalecer la lucha para rescatar la autonomía del movimiento sindical.

Se le pasa factura a este dirigente por haber desafiado la línea oficial de la gerencia de PDVSA en las elecciones sindicales y, además, haber salido victorioso; no se le perdona que haya acompañado a los trabajadores en sus protestas reclamando el cumplimiento de la contratación colectiva, el mejoramiento de las condiciones de trabajo y mucho menos se le perdona que no apoye a la candidata del alcalde de Puerto Cabello y del PSUV a la Asamblea Nacional por ese circuito electoral y haya decidido optar por esa diputación con el respaldo de Patria Para Todos y movimientos sociales revolucionarios.

No se puede aceptar el silencio que se quiere tejer en torno al caso de Robert González, es inaceptable que se sigan repitiendo estas represalias en diversas regiones del país con la complicidad de autoridades del Trabajo y del Poder Judicial, creando una indefensión laboral general que genera miedo, temor, angustia e impotencia en los trabajadores petroleros.

Así no se construye socialismo. Así se atenta contra la democracia. (Mélida Qüenza Ponte, Laclase.info, http://laclase.info/movimiento-obrero/atropello-los-lideres-sindicales-atropello-los-trabajadores)

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