Un total de 39 reclusos de la cárcel de Sabaneta subieron al techo de ese recinto para exigir que sean trasladados a sus lugares de origen, Trujillo, Lara, Maturín, Caracas, Mérida y Coro. Todos ellos se cosieron la boca para que su petición sea considerada por las autoridades. Usan grandes trozos de tela con consignas como «¿Dónde están nuestros derechos?».
Una comisión del Ministerio del Interior y de Justicia (MIJ), se acercó hasta la cárcel para escuchar las exigencias de los reclusos. Hasta el momento no ha habido declaraciones oficiales sobre esta «manifestación». Entre gritos y tensión, los presos aseguran que si no son transferidos comenzarán una «huelga de sangre» en las próximas horas.
Esta situación se repite en muchas cárceles del país, donde la desesperación de no ser escuchados, hace que los internos se cosan la boca, sólo para llamar la atención de las autoridades y los trasladen cerca de sus núcleos familiares.
Además, en la cárcel de Santa Ana, el interno Jesús Rafael Salazar González, de 24 años de edad, se cosió la boca para exigir que lo lleven a Barcelona. Anzoátegui, ya que presuntamente su familia es de Güiria, estado Sucre y tiene dificultad para visitarlo, además del retardo procesal.
Y esto se produce por los traslados inconsultos del MIJ, que en vez de solucionar el problema en el penal de origen, trasladan el problema hacia otras cárceles, donde muchos pierden la vida.
En el Reten de la Planta murió ayer una joven de nombre Mery, según se comenta por un paro cardiaco; pero esta otra muerte representaría la segunda dama que muere en ese penal. Al parecer, la visitante se encontraba pernotando desde el sábado y el domingo falleció.
En la cárcel de Sabaneta una riña, dejó muerto al interno Jesús Taborda Villasmil, de 24 años de edad y cerca de seis heridos. El hecho ocurrió a las tres de la madrugada de ayer en el área de reeducación del centro penitenciario.
Autoridades informaron que al dispararle a la víctima, los reclusos le sacaron los ojos y le fracturaron el cráneo. Los otros heridos se encuentran fuera de peligro.
Que les parece estimados lectores, este tipo de hechos siguen sucediendo a diario y las autoridades se empeñan en decir que los internos mueren por una riña, pero no dicen que mueren por la negligencia, ignorancia e impericia de los funcionarios que no resguardan la vida de la población reclusa.
Uno se pregunta, cuál es el problema de impulsar la descentralización de las cárceles del país, cuál es el problema de cumplir con nuestra carta magna: «los establecimientos penitenciarios contarán con espacios para el trabajo, el estudio, el deporte y la recreación, funcionarán bajo la dirección de penitenciaristas profesionales con credenciales académicas universitarias, y se regirán por una administración descentralizada, a cargo de los gobiernos estadales o municipales».
Aquí estaría la verdadera transformación de la política carcelaria del país, pero el Gobierno ha tenido miedo de impulsar y respetar este mandato y sólo se limita a decir que creen en una responsabilidad compartida, como si la Constitución dijera eso y se puede interpretar como a la gente le da la gana.
Así que, queridos lectores, sólo me resta llamar la atención de la autoridades de MIJ para que tomen las medidas necesarias en el penal de Mérida; porque si bien es cierto a los habitantes de esa región los están vacunando contra el virus H1N1, también deben hacerlo a la población reclusa, pues también son personas y ciudadanos.