Venezuela es el país de los extremos. Mientras el hambre se apodera de la población y decenas de tiendas son saqueadas a diario por turbas en busca de alimentos, una élite de millonarios todavía derrocha a manos llenas.
Las penurias económicas ya no son exclusivas de los estratos más pobres. Los relatos de la escasez son cada vez más frecuentes entre profesionales que hasta hace poco pertenecían a la clase media.
“No registro ningún recuerdo semejante a lo que vivimos hoy. Nunca antes pasamos hambre en mi familia. Jamás pasó por mi mente que tendría que elegir entre comer yo o mi mamá, que es una persona discapacitada de 86 años”, dijo Ingrid Guevara, de 54 años, quien aseguró que se ha vuelto vegetariana a la fuerza porque ya no le alcanza para comer carne ni pollo.
Guevara trabaja como terapeuta psicocorporal y es voluntaria en la Ong Amigos de la Vida, una organización no gubernamental que ayuda apersonas afectadas con VIH. En su vida ha enfrentado momentos difíciles pero para ella sentir hambre es lo peor: “Es una sensación indescriptible, es vergonzoso, aterrador y denigrante. Nada se compara a esto que hoy me toca vivir”.
Lo preocupante es que la situación de Guevara no es un caso aislado. El 75% de los venezolanos se encuentra en situación de pobreza y miles comen menos de tres comidas diarias, según un informe publicado recientemente por el Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (Provea).
Hombres y mujeres de todas las edades hacen largas filas, bajo el sol o la lluvia, para adquirir artículos de la cesta básica como harina de maíz, arroz, leche, azúcar y granos en el país con las mayores reservas probadas de petróleo del mundo.
Miles de personas hacen largas filas a diario para adquirir productos a precios regulados. El precio oficial de un kilo de frijoles negros es 0,018 centavos de dolar mientras que en el mercado negro vale 5 dólares, equivalente a una semana de salario. Foto Gustavo Granado
Pero la escasez y la inflación han exacerbado los ánimos de la población. Sólo en mayo se registraron 68 saqueos o intentos que fueron frenados por las autoridades y la cifra de junio será mucho mayor.
Los analistas coinciden en que una seguidilla de inadecuadas políticas económicas aplicadas durante 20 años de revolución chavista produjo un inevitable desgaste del aparato financiero y productivo del país.
Los lineamientos de la Venezuela socialista facilitaron todos los elementos para el deterioro: un férreo control cambiario, expropiaciones de industrias, restricciones a la inversión, corrupción desbordada.
La Venezuela de pocos
Pero hay otro país oculto tras las altas paredes de las lujosas mansiones de la Venezuela revolucionaria.
En un restaurant del este de Caracas un servicio de whisky 12 años ronda los 80 dólares, cifra que equivale a 5 salarios mínimos, o el pago de 3 mensualidades de la matrícula de uno de los mejores colegios privados de la ciudad.
Sin embargo, las mesas permanecen llenas. “Esos lo pagan los corruptos, los que viven de los dólares, los bandidos. Pero si te asomas en la esquina, vas a ver a la gente escarbando la basura para comerse las sobras”, dijo un abogado que prefirió el anonimato.
Personas hambrientas buscan desperdicios cerca de los restaurantes y supermercados. Foto Twitter
Altos funcionarios del gobierno revolucionario han amasado grandes fortunas sin que se conozca su origen.
Una de las hijas del fallecido líder de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez, es célebre por sus lujos y excentricidades hasta que fue designada en 2014 como representante adjunta de Venezuela ante la Organización de las Naciones Unidas, aunque no posee credenciales académicas que la califiquen para el cargo.
Recientemente la prensa local la acusó de trasladar a su peluquero privado Eibar Caraballo a la Gran Manzana bajo la figura de funcionario del cuerpo diplomático de Venezuela en Estados Unidos.
Otro funcionario criticado por su falta de decoro a la hora de gastar es el gobernador del estado Vargas, Jorge García Carneiro, quien fue rescatado por pobladores de una zona costera tras caer de su yate en medio de una borrachera.
El militar y político ha sido electo gobernador en dos oportunidades y ha ocupado varios cargos desde que comenzó la revolución bolivariana en 1999. La embarcación donde sale de juerga el servidor público habría sido expropiada en 2011 por el gobierno revolucionario al banquero Nelson Mezerhane.
Que viva la pachanga
Si hay algo que es indiscutible es que a los venezolanos les gusta celebrar por todo lo alto. Prueba de ello es que el negocio de los organizadores de eventos ha florecido a pesar de la crisis.
Pero no hay que ser corrupto ni pertenecer al gobierno bolivariano para hacer desembolsos suntuosos en grandes fiestas. Algunos venezolanos emigrantes regresan con ahorros a su país para celebrar en grande sus nupcias y reencontrarse con sus seres queridos.
Una portavoz de la empresa JP Novias declaró al diario el Mundo Economía y Negociosque los venezolanos en el extranjero regresan a casarse en hermosos lugares como la Isla de Margarita y la ciudad andina de Mérida porque la fiesta cuesta una fracción de su valor en países con economías estables.
En Venezuela un matrimonio puede costar $12.000 mientras que en Estados Unidos esa cifra se dispara por encima de los $80.000.
El gasto en una boda de esa magnitud representa unos 800 salarios de una maestra de educación básica y costearía la cena de 48 mil niños que se acuestan a diario con el estómago vacío.
“Sé lo que está pasando pero no es mi culpa. He trabajado muy duro por mis cosas y tengo derecho a disfrutarlas” dijo un administrador de empresas que brindará whisky a los 100 invitados a su boda la semana entrante.
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