Habitantes de la comunidad Cacique Terepaima trabajan en la consolidación de las primeras 40 viviendas que construyen los propias familias beneficiarias para transformar su realidad y mejorar sus condiciones de vida.
A pocos metros de la avenida Intercomunal Turmero-Maracay, en el municipio Mariño, estado Aragua, está ubicada esta comunidad que cambia los ranchos por casas seguras.
Para la ejecución de este proyecto, la Gran Misión Vivienda Venezuela transfirió al poder popular 4 millones 800 mil bolívares para la construcción de las primeras 40 casas, de 72 metros cuadrados, que cuentan con tres habitaciones, dos baños, sala, comedor, cocina, lavandero y patio.
En un segundo desembolso se tiene prevista la asignación de 2 millones 400 mil bolívares para la construcción de 20 casas más. El proyecto contempla en su totalidad 100 viviendas en Cacique Terepaima, cuya edificación se cumple por etapas.
Yolayvi Blanco, tiene dos años habitando en este sector. Aquí se inició en la lucha por conseguir un techo propio para su familia. Hoy se siente confiada de estar sembrando las semillas de un futuro prominente para sus hijos.
A sus 40 años de edad, califica como un logro poder darles una mejor vida a sus tres hijos, «que ahora llegarán de la escuela para descansar y hacer las tareas en una casa fresca, sin el calor que encierran las latas de zinc que se calientan por el sol».
Esta aragüeña ha vivido en casa de su mamá y otros familiares durante los últimos 22 años. Desde hace dos años se mudó para Cacique Terepaima, donde levantaron un rancho con la esperanza de transformarlo en una casa de bloques.
Blanco contó que le ha tocado cargar bloques, limpiar los marcos de las puertas y batir mezcla de cemento para ayudar a los brigadistas que están entregados para hacer realidad este sueño.
Participar en la construcción de su casa, dijo, le imprime un amor especial a estas viviendas. «Le ponemos amor, fuerza y el corazón a este trabajo porque es satisfactorio poner un granito de arena para construir mi vivienda».
Nayive Duarte también es parte de ese pueblo constructor, que con sus saberes populares transforman su realidad. En 2010 comenzó su lucha en esta comunidad, donde paró un rancho para cobijarse de la lluvia y del frío de la noche.
Trabaja en la obra ayudando a los brigadistas, junto a compañeras del sector que se encargan de preparar la comida de los albañiles, de llevarles el agua a la obra y están pendientes de cualquier detalle para que la obra no se paralice.
«Me ha tocado abrir zanjas, llevar cabillas y mallas, y hasta batir mezclas. Esto me hace feliz porque es un trabajo que es para el bienestar de uno mismo y de su familia. Si no fuese por la Gran Misión Vivienda aún estaríamos en el rancho», expresó.
A sus 22 años de edad, Nayive está conciente de lo que significa este proyecto habitacional para el futuro de su familia. Tiene dos niños, uno de dos años de edad y una bebita de tres meses de nacida.
José Alberto Nessy es el ingeniero encargado de la obra. Comparte sus conocimientos sobre la construcción con ese saber popular de los albañiles, plomeros y maestros de pueblo.
Esta combinación de saberes le ha permitido enriquecer lo aprendido en el tránsito por la universidad. Comentó que ha intercambiado conocimientos con la comunidad que se acopla a las recomendaciones técnicas del trabajo. (AVN, 30.10.12)