El Día Mundial del Ambiente fue establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 5 de junio de 1972, para marcar el inicio de la Conferencia de Estocolmo sobre el Ambiente. Otra resolución adoptada por la Asamblea General ese mismo día dio origen a la creación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

El tema seleccionado para la celebración del 2012 es “Economía Verde: ¿te incluye a ti?”, con lo cual se pretende impulsar un nuevo modelo económico basado en un modelo productivo bajo en carbono, eficiente en el uso y manejo de los recursos y socialmente inclusivo.

En términos prácticos, una economía verde es una economía cuyo crecimiento en los ingresos y el empleo es impulsado por las inversiones públicas y privadas que reducen las emisiones de carbono y la contaminación, mejoran la eficiencia energética y de recursos, y evitan la pérdida de biodiversidad y servicios ecosistémicos. Estas inversiones deben ser catalizadas y apoyadas por reformas específicas en políticas de gastos, y en cambios de regulaciones específicas en torno a estos temas.

Situación Ambiental de Venezuela

En Venezuela, la ONG venezolana VITALIS, resalta la ocurrencia (y persistencia) de problemas ambientales tales como la gestión ineficiente de los residuos y desechos sólidos, la contaminación de los cuerpos de agua, el desarrollo de proyectos urbanísticos y agrícolas sin la correspondiente evaluación de impacto ambiental y socio cultural, el deterioro de la calidad del aire en las principales ciudades, el comercio ilegal de animales y plantas, y la minería ilegal, como algunos de los más importantes. A ellos, los técnicos de VITALIS suman la limitada coordinación y cooperación entre los gobiernos locales, estadales y nacional en la gestión ambiental, la poca participación de las ONG y las universidades en los programas oficiales, la proliferación de ruidos molestos en las concentraciones urbanas, la débil gestión de las áreas naturales protegidas, la poca inversión en programas de investigación conservacionista y de educación ambiental, y la débil gestión ambiental municipal, entre otros.

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n Venezuela, la ONG venezolana VITALIS, resalta la ocurrencia (y persistencia) de problemas ambientales tales como la gestión ineficiente de los residuos y desechos sólidos, la contaminación de los cuerpos de agua, el desarrollo de proyectos urbanísticos y agrícolas sin la correspondiente evaluación de impacto ambiental y socio cultural, el deterioro de la calidad del aire en las principales ciudades, el comercio ilegal de animales y plantas, y la minería ilegal, como algunos de los más importantes.

Pese a ser el 9no país en mayor biodiversidad del planeta, y contar con una extensa red de Parques Nacionales, Monumentos Naturales y otras áreas protegidas, Venezuela aún no ha logrado impulsar un modelo de turismo sustentable, que promueva el ingreso de divisas al país que contribuyan a impulsar su conservación a perpetuidad, como se ha logrado en Costa rica, Colombia y Brasil, por ejemplo.

Para VITALIS, “contamos con todo lo que se necesita para ser una potencia conservacionista en el mundo”, sin embargo, “ciertas condiciones aplican”, como advierte su presidente Diego Díaz Martín, quien también es Jefe de Estudios Ambientales de la UNIMET.

Para Díaz, “el desarrollo sustentable sólo puede lograrse cuando se incorporar por igual a todos los sectores de la sociedad, gobiernos, empresas privadas, universidades, ONG, comunidades locales, grupos de base y medios de comunicación, entre otros”. Desde su perspectiva, “el gobierno, por sí solo, no tiene la capacidad de promover la gestión ambiental eficiente que el país requiere, pues una parte importante del talento y los especialistas se encuentra en las ONG, las universidades y muchas organizaciones privadas, además que se requiere el apoyo e inversión internacional de las agencias de cooperación, en el marco de los acuerdos firmados por la República, y de los cuales Venezuela forma parte”. Tal y como lo establece la agenda 21, “la participación de todos los sectores es clave y necesaria”, sentenció.

Maritza Da Silva, Directora de Derecho Ambiental de VITALIS,  destaca algunas deudas pendientes en materia jurídica: “Aún tenemos algunas leyes sin reglamentar, como la Ley de Gestión Integral de la Basura y la Ley de Aguas, por citar dos instrumentos fundamentales para la Venezuela de hoy, pero sobre todo necesitamos que la gente conozca más y mejor sus deberes y derechos ambientales, para poder cumplirlos, así como exigir su cumplimiento”. Si bien el desconocimiento de la ley, no exime de cumplirla, para Da Silva el punto clave no está sólo en la educación, que considera vital: “requerimos más acciones ejemplarizantes en el cumplimiento de las leyes, decretos y demás resoluciones en materia ambiental, siempre dentro de un Estado de Derecho, con independencia de poderes, donde cada quien cumpla con sus responsabilidades y obligaciones, más allá de sus intereses político-partidistas”.

Situación ambiental mundial

El planeta ha perdido alrededor del 33% de sus ecosistemas naturales en los últimos 30 años, al tiempo que la presión sobre la tierra se ha incrementado en más del 50% durante el mismo período de tiempo, principalmente debido al aumento en los patrones de consumo sobre los recursos naturales renovables y la contaminación.

Cada segundo, media hectárea de bosques es destruida, las emisiones globales de dióxido de carbono sumaron a fines de los 90 alrededor de 25 mil millones de toneladas, casi doblada la cantidad que se registró en 1950 y todavía más de 4 mil millones de seres humanos carecen de agua. A todo ello debemos agregar el efecto que ha tenido el acelerado crecimiento poblacional, que alcanza en el presente año a más de siete mil millones de personas que demandan espacio, comida y energía, con la correspondiente generación de residuos de todo tipo, incluyendo algunos altamente contaminantes

Cada año desaparecen miles de especies y con ellas nuevas posibilidades de cultivos agrícolas, productos industriales o medicinas. Con la pérdida de diversidad, aumenta la uniformidad, la dependencia de unas pocas variedades de plantas para alimentarnos, y sobre todo crece la vulnerabilidad ante las pestes y las enfermedades. La biodiversidad se pierde debido al deterioro y fragmentación de los hábitats, a la introducción de especies, la explotación excesiva de plantas, animales y peces, la contaminación, el cambio climático, la agricultura y repoblaciones forestales con monocultivos de rápido crecimiento.

Más de 17 mil especies de plantas y animales están amenazadas, y enfrentan un alto riesgo de extinción en el futuro cercano, en casi todos los casos como resultado de la actividad humana. Esto incluye el 24 por ciento de las especies de mamíferos y el 12 por ciento de las especies de aves.

En los últimos 500 años, la actividad humana ha llevado a 816 especies a la extinción en vida silvestre. El aumento del número de aves que se sabe están extintas se debe en parte a una mejor documentación de los casos y a nuevos conocimientos, pero desde 1800 se han extinguido 103 especies, lo cual indica que la tasa de extinción es 50 veces mayor que la tasa natural. Muchas especies desaparecen aún antes de ser descubiertas.

Las zonas más transformadas, sin apenas restos de la vegetación original y con grandes pérdidas de diversidad biológica, son Europa, el Este de EE UU, China y el Sureste asiático. América del Sur, con el 62,5%, y Oceanía, con el 62,3%, son las dos regiones mejor conservadas y menos transformadas, mientras que Europa es el continente que menos hábitats ha conservado, con sólo el 15,6%. Las zonas de Oceanía bien conservadas corresponden a los desiertos de Australia, mientras que las regiones de América del Sur casi intactas corresponden a la Amazonia, con bosques tropicales con una extraordinaria diversidad biológica y algunas regiones andinas. África es la zona con más áreas parcialmente transformadas, reflejo de una presión demográfica todavía baja, y de una agricultura extensiva. Europa, con 64,9%, es la región más humanizada, más del doble que el siguiente continente, Asia, con 29,5%.

Especialmente amenazados se hallan las comunidades coralinas de todo el mundo, que han sido dañados por pesqueros industriales de arrastre, los cambios climáticos y los procesos de sedimentación.

El aumento en los niveles de exploración pesquera y petrolífera también están dañando la frágil biodiversidad de muchas zonas marinas. Al estar abierta al acceso no regulado, alta mar se ha vuelto cada vez más susceptible a la sobreexplotación. Por otro lado, los débiles sistemas de vigilancia y control de muchas zonas costeras en todo el mundo, han derivado en crecientes niveles de degradación ambiental, que hacen poco viable el retorno de sus condiciones ambientales originales.

A las consecuencias indeseables del desarrollo económico, del crecimiento demográfico, de la desigual distribución de la renta y del consumo insostenible de recursos, hay que añadir las causadas por las nuevas biotecnologías y el desarrollo de la ingeniería genética, el reducido espectro de productos agrícolas, forestales y pesqueros comercializados, y las políticas económicas que no atribuyen su debido valor a los recursos. La mayor parte del germoplasma de las especies y variedades agrícolas y ganaderas puede llegar a desaparecer.

El 90 por ciento de nuestra alimentación procede de 15 especies de plantas y 8 especies de animales. El arroz, de acuerdo con la Organización Internacional para la Agricultura y la Alimentación (FAO, según sus siglas en Inglés), aporta 26% de las calorías, el trigo 23% y el maíz 7%.

Importancia del Ambiente

Los bosques, sabanas, ríos y demás ambientes naturales, albergan una inmensa diversidad de recursos que han servido a varias generaciones para la obtención de alimentos, medicinas, vestido, energía y vivienda.

La mayoría de los productos farmacéuticos comercializados son de origen silvestre. Asimismo, dependemos en gran medida de la naturaleza para alimentarnos.

Muchos de los tejidos más cotizados en la industria del vestido provienen de la naturaleza. El lino, por ejemplo, se obtiene de una planta herbácea que lleva el mismo nombre. De igual importancia figuran el algodón, la lana y la seda.

La naturaleza es asimismo una fuente extraordinaria de energía. El viento y el agua, por su parte, son capaces de generar la electricidad necesaria para surtir grandes ciudades y soportar sus procesos de desarrollo. De igual importancia ha sido el consumo de la leña.

La vida silvestre también es inmensamente valiosa como fuente de material genético. Los cultivadores recurren continuamente a la naturaleza en el estado silvestre para obtener nuevos genes que darán a sus cepas mayor resistencia ante los cambios climáticos y las plagas, o les permitirán satisfacer la nueva demanda del mercado.

La naturaleza constituye obras de infraestructura a un precio infinitamente inferior al que cobraría cualquier empresa de ingeniería. Por ejemplo, los manglares proveen a las comunidades costeras, protección contra el oleaje y el viento, estabilizan sedimentos para prevenir la erosión y sirven de criaderos para especies de peces con alto valor comercial aguas afuera.

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