“Se está poniendo en riesgo la vida de las personas”, dice Valencia, quien contó a medios nacionales las historias de quienes han consumido el remedio canino.
“Es humillante”, dice Kevin Blanco mientras enseña la caja con las píldoras para animales a las que debió recurrir a fin de salvar un riñón trasplantado.
Blanco, de 47 años y trasplantado hace 15, estuvo sin ambos medicamentos un mes hasta el martes pasado, cuando el seguro social se los volvió a entregar, por lo que durante ese lapso debió consumir prednisona para mascotas.
“Es humillante saber que tu vida depende de un medicamento para animales”, insiste al mostrar una caja fucsia con la imagen de un perro pastor collie y un gato.