En Venezuela la mayor parte de las organizaciones sociales y populares se han caracterizado históricamente por sus limitados (con frecuencia inexistentes) niveles de autonomía en relación con los partidos políticos y al Estado. Esto ha sido consecuencia del modelo político institucional y cultural de una sociedad rentista, en la cual la mayor parte de la actividad política ha girado en torno a las pugnas por el reparto del ingreso petrolero en manos del Estado central. Esta lógica de control externo no se ha alterado significativamente durante la última década, a pesar de que en esto años se ha producido un extraordinario incremento en la organización social popular, así como cambios significativos en la cultura popular. De un sentimiento generalizado de exclusión y distancia con relación al sistema político, se ha pasado a un mayor sentido de pertenencia, de participación, de ser protagonista de la propia vida.
El gobierno bolivariano ha promovido sistemáticamente la organización popular. Este objetivo ha atravesado a las principales políticas sociales. En diferentes momentos, se ha impulsado la creación, entre otros, de Mesas Técnicas de Agua y Consejos Comunitarios de Agua, Comités de Salud, más de 200 mil cooperativas, Mesas Técnicas de Telecomunicaciones, Consejos Comunales, etc.
En términos más acotadamente políticos, se ha creado el Movimiento V República, los Círculos Bolivarianos, las Unidades de Batalla Electoral, y, en el año 2007, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Dado que muchas de estas iniciativas surgen desde arriba, haciendo caso omiso de las diversidades políticas y regionales del mundo popular, y son con frecuencia reemplazadas por otras propuestas organizativas igualmente desde arriba, no son muchas las estructuras que logran consolidarse en el tiempo. Complicando aún más las cosas, estas diferentes modalidades organizativas se van sustituyendo sin balance de la experiencia anterior, a veces incluso sobreponiéndose en las mismas funciones.
Estos procesos han estado atravesados por tensiones entre, por un lado, la ampliación de las dinámicas organizativas de base y, por el otro, los intentos de controlar verticalmente estas organizaciones y a someterlas a las exigencias de la coyuntura definidas desde el gobierno o el PSUV. A la tradición estatista y centralista de la cultura dela Venezuelarentista, se han sumado nociones leninistas de la relación entre organizaciones políticas y organizaciones sociales. Estas tendencias verticales se acentúan a partir del momento en que se define que la meta dela Revolución Bolivarianaes la construcción del Socialismo del Siglo XXI. En más de una oportunidad el Presidente Chávez ha denunciado como inconveniente toda pretensión de autonomía de las organizaciones sindicales identificadas con el proceso bolivariano, con relación al PSUV. En consecuencia, a pesar de que millones de personas, en diferentes momentos, han participado activamente en alguna o en varias de estas estructuras organizativas, el saldo organizativo consolidado es más limitado. En este sentido es notorio que mientras el PSUV reivindicaba que contaba con más de siete millones de afiliados, en las elecciones parlamentarias del año 2010 obtuvo sólo un total de 5.423.324 votos.
Es posible afirmar, sin embargo, que la sociedad venezolana hoy es una sociedad más organizada, más politizada, más movilizada. Esto tanto en los sectores de la población identificados con el gobierno, como en la oposición. En estas dinámicas organizativas, más importante que partidos políticos orgánicamente estructurados, o movimientos sociales y/o organizaciones sociales con modalidades de funcionamiento regular, ha sido la emergencia de un amplio, heterogéneo y difuso tejido social popular que se ha caracterizado no tanto por su continuidad orgánica, sino por su capacidad de reunirse, movilizarse y responder ante cambiantes coyunturas.(1)
Los momentos de mayor auge del movimiento popular, las expresiones más vigorosas de la constitución de este tejido social popular, se dieron en los años 2002 y 2003 con el golpe de Estado y el paro petrolero-empresarial. Ante el golpe de Estado de 2002, en ausencia de organizaciones políticas capaces de conducir u orientar la respuesta, en condiciones de un bloqueo casi total de los medios de comunicación, las extraordinarias movilizaciones populares del 12 y 13 de abril lograron desbaratar el golpe y regresar al Presidente Chávez al palacio de gobierno. Jugaron en esto un papel fundamental los pocos medios comunitarios que no habían sido silenciados y el uso masivo de los teléfonos celulares para compartir informaciones, coordinar movilizaciones y precisar lugares de encuentro. Expresión aún más notoria de la existencia de este amplio tejido social significativamente politizado fue la capacidad popular para resistir, y finalmente derrotar, el paro petrolero-empresarial de diciembre 2002- enero 2003. Con un transporte público muy limitado, sin gasolina, con grandes dificultades para conseguir alimentos, sin gas para cocinar, y con una sistemática campaña de terror en todos los medios corporativos, la población resistió. Se inventaron múltiples formas organizativas tanto para resolver los asuntos básicos de la vida cotidiana, como para recuperar y volver a poner en funcionamiento lo que fue el centro del paro: la industria petrolera.
Esta capacidad de movilización, estos niveles de entusiasmo y compromiso, ha mermado en los últimos tiempos, por muy diversos motivos, entre ellos, un creciente malestar en relación con la inseguridad y la ineficacia y corrupción en la gestión pública.
Las experiencias de las organizaciones y movimientos sociales han sido muy variadas: desde organizaciones y colectivos con procesos organizativos auto sostenidos y capacidad para procesar críticamente las políticas públicas a partir de sus propias visiones y experiencias, hasta organizaciones de carácter espasmódica que han dependido en todo momento de iniciativas externas y del acceso al financiamiento público. Estas diferencias han dependido, entre otras cosas, de la diversidad de culturas políticas preexistentes en los ámbitos de estas organizaciones, de la experiencia política de sus dirigentes/activistas, así como de las concepciones políticas prevalecientes en los organismos y funcionarios públicos con los que se han relacionado en estos años.
Entre las organizaciones con mayor capacidad de construcción política propia y mayor autonomía ante las políticas definidas desde arriba en las cambiantes coyunturas de los últimos años, destacan el Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora (FNCEZ)(2) y los Comités de Tierras Urbanos, que forma parte del Movimiento de Pobladores Urbanos, conjuntamente con organizaciones de Pioneros, de Conserjes y de Inquilinos.(3) Estas últimas organizaciones se han planteado temas tan centrales como la democratización de la ciudad, la regularización de la propiedad de la tierra en los sectores populares urbanos, por el derecho a la vivienda y por la transformación integral del hábitat popular urbano. Aunque durante la mayor parte de estos años ha sido limitada la capacidad de estas organizaciones rurales y urbanas de incidir sobre las políticas públicas, no han dejado por eso de actuar políticamente, de movilizarse, de construir agendas propias y de formular al Estado, no demandas reivindicativas puntuales, sino cuerpos bien articulados de propuestas de políticas públicas, tanto con relación a los sectores sociales en los cuales actúan, como a la orientación del proceso político global. Han asumido iniciativas propias referidas a diversos asuntos relativos a sus contextos de actividad, y no han dejado de formular críticas severas al gobierno cuando lo consideran necesario. Estas organizaciones se han caracterizado igualmente por realizar un trabajo político sostenido, por la práctica de la democracia en su elaboración política, y por programas sistemáticos de formación entre sus afiliados y relacionados.
El ámbito político-organizativo que ha sido más conflictivo durante estos años ha sido el sindical. Después de fracasar en forma rotunda en el intento de lograr el control dela Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) por vía electoral, se han repetido las mismas modalidades de injerencia tanto por parte de organismos del Ministerio del Trabajo, las empresas y administración pública, como por parte del PSUV. Se ha desplazado política y organizativamente a las la mayor parte de las anteriores estructuras sindicales, particularmente ala CTV, que durante décadas había sido controlada por Acción Democrática. Esto no ha conducido, sin embargo, al logro de lo que ha sido ha sido un objetivo político principal en el ámbito laboral, la construcción de una central sindical unificada que agrupase a todas las tendencias favorables al proceso de bolivariano. La utilización del poder público para favorecer a alguna de las tendencias en pugna, lejos de contribuir al impulso de la unidad sindical, ha incidido en un mayor fraccionamiento.
El movimiento sindical venezolano se ha caracterizado durante estos años por una extraordinaria fragmentación y dispersión.(4) A su debilidad ha contribuido una política pública de desconocimiento de la contratación colectiva. Son numerosos los trabajadores públicos que tienen muchos años con su contrato colectivo vencido. Durante la última década, una elevada proporción de los aumentos salariales en la administración pública se han dado, no por la vía de la negociación, sino mediante decretos presidenciales. Hoy hay más sindicatos que hace una década, pero menos trabajadores afiliados a éstos. Algunas de las confrontaciones en el mundo sindical durante estos años han sido expresión de diferentes concepciones político ideológicas en torno a asuntos tan centrales como la autonomía sindical(5), y diferentes visiones sobre la cogestión obrera. Otras pugnas, con frecuencia sobrepuestas a las anteriores, no pueden explicarse sino como luchas por el control burocrático y político, y por los privilegios asociados al poder de decisión sobre la contratación de personal.(6)
En la llamada Zona del Hierro, en torno a Ciudad Guayana, donde se encuentran las principales empresas públicas de hierro, acero, aluminio y electricidad, se han producido en estos años las confrontaciones más severas entre diversos sectores sindicales identificados con el chavismo. Algunas de estas confrontaciones violentas han producido heridos de bala y con objetos contundentes. La muerte de numerosos trabajadores y activistas sindicales ha sido atribuida al sicariato sindical (7).
– El debate político y las expresiones críticas
Atravesando estas complejas y heterogéneas dinámicas sociales organizadas y no- organizadas, identificadas de alguna manera con el proceso bolivariano, se han venido gestando en estos últimos años debates cada vez más abiertos en los cuales se expresan desacuerdos, desencantos y críticas de diverso tipo a las tendencias que se vienen estableciendo como dominantes en este proceso. Los asuntos tratados son recurrentes, aparecen una y otra vez en diferentes contextos.
Es posible, por lo tanto, sin citarlos uno a uno, presentar una panorámica general de asuntos comunes que están presentes en documentos de algunas organizaciones, en textos que se publican en lo que se ha convertido el principal instrumento de debate al interior del campo llamado chavista, Aporrea (8), y de diversos encuentros populares. Se destacan a continuación formulaciones que nos permiten caracterizar el contenido de los señalamientos críticos presentes en muchos de estos debates. Por razones de espacio sólo se señalarán algunos temas medulares.
El primer asunto que aparece en todos los debates se refiere a la participación. Dado el énfasis político y constitucional que han tenido las nociones de democracia participativa y protagónica, sus severas limitaciones generan una multiplicidad de críticas y expresiones de malestar: “El poder popular no se decreta»; “diferencia sustancial en cuanto a la cantidad y calidad de la participación popular, pudiéndose distinguir dos periodos que corresponden 1999-2007 y 2007-2011. En el primero hay una eclosión de la participación; hay un uso intensivo de los presupuestos de las instituciones; se tenía un amplio conocimiento de los recursos que se tenían dentro de las instituciones y había un mayor acceso y una participación con más ímpetu”; “verdadera crisis de la participación popular”; “los partidos obstaculizan la participación”; “Localismo, las decisiones trascendentales no pasan por la decisión de la gente”; “El Consejo Comunal desapareció del horizonte de las organizaciones populares”; “hay un obstáculo de carácter cultural en lo que concierne a la democracia participativa. Todavía seguimos eligiendo representantes que mentalmente y culturalmente siguen reproduciendo el viejo modelo (democracia representativa) la participación es un derecho.”; “La participación está controlada.
El burocratismo encontró en la transición del ‘rentismo capitalista’ al ‘socialismo rentístico’, el ambiente propicio para desarrollarse en plenitud”; “se busca domesticar cualquier intento ‘anárquico’ [no controlado] de organización social.”
El carácter del liderazgo es un asunto que se debate en forma reiterada. “Falta de renovación en los liderazgos. Excesiva concentración del poder. Ausencia de una dirección colectiva del proceso de cambio.”; “consabida verticalización del régimen, el personalismo extremo en la toma de decisiones, la renuencia del Ejecutivo a delegar hasta mínimos espacios de poder…”
Temas recurrentes son la organización, funcionamiento y carácter del Estado, así como la crítica a la burocracia: “ineficiencia”; “Muchas de las iniciativas populares se pierden y/o se desvirtúan en los procesos burocráticos”; “Las comunidades llevan su proceso de planificación el cual tiene que interrumpir porque hay que entregar a documentos a las instituciones”; [Esto es, la lógica burocrática, fechas, formatos, criterios burocráticos se sobreponen a las lógicas organizativas de base]; “El estado sigue reproduciendo una lógica patriarcal”; “Más allá de la clase que esté en el poder, esta burocracia …ha secuestrado, o expropiado, diversos espacios del Estado, principalmente en su dimensión pública, para servirse de ella en aras de reproducirse y mantener el ‘statu quo’ ”; “Los servicios no sirven, discriminan como siempre a los más pobres, y los trabajadores de los mismos, no asumen la rectificación necesaria”; “Esta estatización (muy particular enfoque de la nacionalización) multiplica geométricamente la burocracia a quienes ubica en una ‘gerencia socialista’ que nadie sabe explicar cuál sería su carácter anti-capitalista, porque eso sería ser socialista, no?”
Es igualmente reiterada la preocupación referida a lo limitado de espacios de debate crítico abierto, a la necesidad poder reflexionar sobre lo que anda mal, de formular críticas sin ser acusado de traidor o de ‘darle armas al enemigo’. Está igualmente presente el señalamiento de que los medios de comunicación públicos operen como instrumentos de propaganda, negándose a hacerse eco de los debates críticos y de los problemas de la gente: “chantajismo es una forma de generarnos dependencia (si criticas eres contrarrevolucionario). Debemos hacer la crítica para romper la dependencia. ¿Qué espacios tenemos para hacer las observaciones al proceso revolucionario sin que seamos vistos como contrarrevolucionarios?”.
Sobre el PSUV son múltiples las cuestiones críticas que se han formulado en estos últimos años, destacándose cuestionamientos a lo que se considera como ausencia de democracia interna, sus reiterados intentos de control sobre las organizaciones sociales de base, y la utilización que hacen los funcionarios estatales de los recursos públicos para imponer sus preferencias en las elecciones internas de la organización: “Se le ha mezclado con el gobierno y el estado, sin definir los límites de acción de cada uno, haciendo de ello un revoltijo del cual burócratas y funcionarios han hecho un festín. Se le ha llevado a un límite peligroso que amenaza seriamente su supervivencia. Entre la maquinaria electoral, trampolín para el ascenso social, espacio de cogollos y entramados de grupos y personalismos, se ha puesto en tela de juicio sus posibilidades de hacerse creíble como instrumento de combate de los pobres en pos de su liberación social y nacional.”
A pesar de que los derechos de los pueblos indígenas, y la distancia entre los postulados constitucionales y la política que ha impulsado el gobierno en relación con los pueblos indígenas ha estado durante estos años bastante al margen del debate público, es un asunto que tiene una presencia creciente entre muchas organizaciones populares. Como preocupaciones prioritarias destacan la falta de cumplimiento del mandato constitucional de demarcación de los territorios indígenas, y la crítica a la lógica asimilacionista o colonizadora de las políticas públicas hacia estos pueblos: “Como no hay territorio indígena, no hay derecho indígena”, “¿Cómo explicar que después de 10 años no haya pasado nada, en cuanto a la transformación de la visión sobre el reconocimiento de sus tierras? Ahora lo que hay para los indígenas son Consejos Comunales, una cosa completamente alienante.”
Por últimos están los debates que se refieren al modelo de desarrollo, a la crítica al Estado rentista, a las implicaciones de la acentuación de la dependencia perversa (social, política, cultural y ambiental) de la explotación del petróleo: “¿Cuál es el desarrollo que queremos? ¿El occidental, contra los principios de la vida? ¿Qué consumo?; “¿Seguiremos viviendo de la renta petrolera?”
Estas son algunas de las preocupaciones crecientes sobre la marcha del proceso entre amplios y crecientes sectores del movimiento popular venezolano. Sin embargo, dadas las características relativamente sectoriales de muchas organizaciones, su limitada autonomía y el carácter menos orgánico de muchos ámbitos del tejido social popular, estas expresiones de malestar y crítica no han encontrado formas eficaces de incidencia política. De la posibilidad de que ello ocurra dependerá, en buena medida, el futuro político del país.
Notas
(1) En la extrema polarización política actual de la sociedad, se ha constituido igualmente un amplio tejido social de oposición, principalmente, pero no sólo de los sectores medios, que trasciende en mucho a los partidos políticos de ese campo.
(2) Ver: [http://www.fncez.net.ve]
(3) Ver: [http://www.movimientodepobladores.o… index.php?option=com_content&view=category&layout=blog&id=25&Itemid=1]
(4) Ver: Kiraz Janicke y Federico Fuentes, “El movimiento obrero venezolano en la encrucijada”, Rebelión, 12 de mayo, 2008. [http://www.rebelion.org/noticias/20…]
(5) Ver: Orlando Chirino, “Independencia y autonomía del movimiento sindical”, http://www.ildis.org.ve/website/adm…] y Roberto López Sánchez, “Autonomía Sindical y Soberanía Popular”, Caracas, Aporrea, 20 de abril 2008. [http://www.aporrea.org/actualidad/a…].
(6) En las plantas industriales nacionalizadas, los conflictos principales se han producido a propósito de las demandas de efectivo control obrero, pugnas por quién controla la empresa, cumplimiento de las condiciones contractuales y laborales, y reclamos por la ausencia de niveles de inversión y mantenimiento adecuados para mantener los niveles de producción.
(7) Edwin Sambrano Vidal, “Para Avanzar en Revolución. Bandas Armadas enla Revolución Bolivariana”, Aporrea, Caracas, 10 de junio, 2011. [http://www.aporrea.org/trabajadores…]
(8) [www.aporrea.org]