Si bien las bombas no discriminan y acaban vidas, como dijo el Embajador Chaderton, el gobierno que amenaza la vida e integridad de la disidencia política, viola la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Este tipo de amenazas fortalecen el discurso belicista para justificar violaciones masivas a los derechos humanos y se suelen hacer en contextos de tensión diplomática.
La más reciente intimidación contra quienes ejercen el derecho a disentir políticamente del gobierno es la intervención del Embajador venezolano en la OEA, durante el programa Zurda Conducta, trasmitido el 9 de marzo de 2015 por el canal oficial VENEZOLANA DE TELEVISION.
El funcionario descalificó el derecho a disentir, señalando que es “hueco” el cráneo de quien piensa diferente y que ese vacío se constata por el sonido de ese hueso cuando es atravesado por una bala. Como vocero gubernamental estas palabras evidencian amenazas a quienes le adversan, en el contexto de su análisis sobre una eventual agresión de USA.
Las frases del Embajador representan amenazas para varios derechos humanos y por tal razón PROVEA las rechazó de forma categórica. La Declaración Universal establece en su Artículo 3 que “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”. Más adelante, su artículo 18 consagra para la persona humana el derecho a la libertad de pensamiento. Y el artículo 19 señala que “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones…”
La Declaración Universal de los Derechos Humanos fue emitida el 10 de diciembre de 1948, tres años después que culminó la conflagración conocida como segunda guerra mundial. Las dolorosas lecciones que para la humanidad representó ese período, están vigentes y un duro aprendizaje es el horror que puede desencadenar el belicismo como discurso político.
Consecuencia de ese discurso fueron las políticas de Estado ejecutadas por jóvenes que usaban las camisas pardas del fascismo, los millones de obreros rusos muertos enfrentando a Hitler, los caídos y enfermos por décadas que dejó el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki, pero también los muertos por las guerras de Vietnam, Camboya, Corea, los miles de muertos y desaparecidos durante las dictaduras del Cono Sur y el sufrimiento a causa de la raza o el color de la piel, padecido en Suráfrica, EEUU y Europa.
Necesario es que el gobierno y sus representantes, especialmente el Defensor del Pueblo, lean, cumplan y hagan cumplir el artículo 30 del instrumento guía que surgió en el planeta para que ese horror no prosiga: “Nada en esta Declaración podrá interpretarse en el sentido de que confiere derecho alguno al Estado, a un grupo o a una persona, para emprender y desarrollar actividades o realizar actos tendientes a la supresión de cualquiera de los derechos y libertades proclamados en esta Declaración.”
Imprescindible es que durante períodos de tensión diplomática, el gobierno respete en todo escenario las garantías y derechos establecidos en los artículos 43 y 46 de la Constitución Nacional, que consagran el derecho a la vida y a la integridad personal, pero que además le imponen al Estado la obligación de preservarlas.
Por tanto, nada autoriza a nadie en Venezuela, a valorar la vida humana a partir del pensamiento político. El gobierno, sus representantes y el Estado venezolano, tienen el deber de garantizar la vida e integridad de toda la población, incluso en situaciones de restricción de garantías.
Desde PROVEA hacemos votos porque este tipo de discurso belicista sea suprimido y cese la leña al fuego de la diplomacia tensa. El país necesita paz, comida, salud, trabajo digno, electricidad, agua, vialidad, educación, seguridad social, productividad, seguridad personal, descenso de la pobreza. No guerra.
El sonido de la Declaración Universal de los Derechos Humanos es el mejor.