Recuerdo que en los 80, cuando éramos muchachos, una noche en que hacíamos unas pintas en solidaridad con Chile en las paredes de Mérida, llegó la policía y salimos en carrera. Alcedo Mora llegó al punto de encuentro pautado jadeando de la carrera que tuvo que pegar, pero contento. No lo habían agarrado los tombos y habíamos logrado hacer algunas pintas. Faltaba que llegara Luis Aché, la angustia y la preocupación crecían mientras pasaba el tiempo, que por tratarse de una espera donde la vida o la integridad estaban en juego, se hacía cada vez más larga. Pensábamos rápidamente en qué haríamos al día siguiente en caso de que estuviera preso. Llegó Luis y el alma nos volvió al cuerpo. Lo habían agarrado, pero no le encontraron nada y lo soltaron.
Nos seguimos encontrando en marchas, foros, encuentros, reuniones callejeras con el Fantasma y tantos otros. En el 2009 lo encontré en la Plaza Bolívar y me dijo que al día siguiente había una actividad en la que estaría el hijo de Sabino Romero y algunos otros caciques Yukpas. Pautamos un encuentro nacional con fecha posterior en el Tukuko. Irían dirigentes de todas partes del país, comunidades indígenas de diferentes pueblos para tratar el asunto de la territorialidad. Hubo una campaña terrible días antes del encuestro, diciendo que aviones colombianos sobrevolaban la frontera, que la frontera estaba militarizada, que nadie se acercara. Le pregunté si aún así iríamos y me dijo: “A mí no me enseñaron a retroceder”. Le respondí, “A mí tampoco”. Salimos desde Mérida en uno, de los dos autobuses que irían en principio, junto a dirigentes indígenas, estudiantiles y comunitarios. Fue el único autobús que llegó al Tokuko. Los demás habían suspendido el viaje. Caciques Yukpa de casi todas las comunidades y una delegación Barí esperaba por la gente que vendría de todo el país. Sin embargo la actividad se desarrolló como estaba prevista y se entregó un documento al MPP para el Ambiente, rechazando la demarcación que habían hecho y donde les quitaban una franja importante de territorio.
A Alcedo Mora, siempre lo encontré de la mano con las causas justas justas, con las causas nobles, ha sido un fiel luchador por la instauración de la justicia y la equidad, ha sido un consecuente perseguidor de la alegría para tod@s. No se ha dejado engolosinar jamás con cargos y prebendas, nunca dejó de denunciar, de fijar posición, de solidarizarse con el que lo necesitara. Su accionar se ha desenvuelto siempre en linea recta hacia la consecución de “la transformación de la sociedad hacia una vida más humana y sincera.” Desde su sinceridad, desde el hecho contundente y nefasto de su desaparición, veo las decenas de líderes estudiantiles que desde los 80 a esta parte han hecho carrera política sucumbiedo ante el halago, la remuneración privilegiada y los cargos rimbombantes, desde donde cuidan sus intereses personales. Alcedo Mora se levanta como dedo que acusa las desviaciones de quienes un día militaron con él. Como un gesto de reivindicación con el pueblo, con su papel histórico, con lo que les quede de solidaridad, deben encontrarlo vivo y devolverlo al lugar que le corresponde; junto a su familia y junto al pueblo.
Según sus palabras y su accionar, Alcedo Mora NUNCA ha escatimado esfuerzos para convocar a la unión para que “cada uno, cada colectivo, cada pueblo, en una sola acción de la unidad motora, sea capaz de derribar los muros, para producir la síntesis, de las nuevas jornadas de luchas que debemos iniciar como una eclosión de tempestades, contra este obstinado tiempo vergonzoso del mundo globalizado, donde los seres somos sometidos sin probidad alguna al Estado, al capital, a las leyes y a la vileza del infortunio de los hombres, que emana del poder.” Es hora de unirnos, para evitar que se reedite el secuestro como figura represiva, en la Quinta República.
No podemos aceptar que en una República signada por la solidaridad y el respeto a los derechos humanos haya un desaparecido. Sería un precedente funesto que augura el final de la Revolución Bolivariana. Exigimos contundencia en las acciones vinculadas con la búsqueda y localización de Alcedo Mora.
Pusilánimes acomodaticios
traidores al rojo vivo de sus intereses.
Ustedes que saldrán volando, que saldrán corriendo
que ya se rindieron hace siglos
porque tienen huevos de plastilina y alma de cancerbero.
Ustedes los emperifollados, los que negociaron al pueblo
por cómodas poltronas,
A ustedes les hablo.
¿Dónde está Alcedo Mora?
¿Dónde están los asesinos de Gisella Rubilar?
Los conozco por su mirada hueca
y ese balbuceo hediondo,
que apesta a negociación y rendición.
A ustedes, los servidos en bandejas de plata,
a ustedes los galardonados,
los tristes payasos de la felonía.
A ustedes les Pregunto:
¿Dónde está Alcedo Mora?
¿Dónde están los asesinos de Gisella Rubilar?
Dónde está el hombre que no se rinde
Dónde el asesino de la mujer que pone su pecho
para sembrar de paz su calle y su barrio.
Ustedes que no saben de lealtades, ni de valentía,
que tienen un panfleto por nombre.
Ustedes mismos son
¿Dónde está Alcedo Mora?
¿Dónde están los asesinos de Gisella Rubilar?
¡ALCEDO MORA ES EL PUEBLO!
¡VIVO SE LO LLEVARON VIVO LO QUEREMOS!
Leticia Rojas