La aplicación del derecho en juicios debe orientar nuestra moral no como una letra muerta, sino como una inspiración a nueva vida. Todo juicio es expresión o de muerte, o de vida en la historia de la humanidad: juzgan el pasado y orientan el futuro.
En Ciudad Guayana los warao son condenados por la sociedad criolla de vivir de la basura de la ciudad ya más de 20 años. Son tratados como basura. Su destino es vivir en miseria, lo que produce sentimientos de indignación.
Todos estos sentimientos de indignación son una fuerte protesta contra la arrogancia de aquellos que monopolizan los valores morales, monopolizando los bienes de la tierra, que usurpan el poder y que se aprovechan del conocimiento exclusivamente para sus propios intereses privados.
Me ha tocado en varias oportunidades en los últimos 10 años buscar los derechos de los indígenas, también en el palacio de justicia, donde se hace el culto al derecho humano.
Como hoy, a pocos días de celebrarse el día de la resistencia indígena, de nuevo pido que se dé libertad plena a un condenado a encarcelamiento sin juicio legal, que es expresión de la arrogancia para monopolizar el derecho a una vida digna sin tomar en cuenta la historia y la cultura de los pueblos indígenas. Ellos saben lo que es vida digna y la historia seguirá condenando a los que impone su propio juicio desde una cultura de imposición y dominación.
El encarcelado, Alejandro, no es un criollo, es indígena. En su comunidad es considerado un héroe por haber matado a un Canaima. El ha salvado la comunidad de un espíritu malo viviente en una persona, que actúo como una amenaza de violencia constante. En la historia muchas veces los indígenas han sido condenados, hasta por defender la naturaleza, que es de todos. También la vida es de todos. Defenderla es cultura indígena. En la historia de América Latina los no indígenas en un medio siglo mataron a la mitad de la población indígena sin juicio; sólo por querer usar para los invasores la abundancia que ofrece la naturaleza. La cultura de imposición por la fuerza es contraria a la cultura de defensa de la vida.
Son dos culturas que se enfrenten por más de 5 siglos en condiciones desiguales. Los indígenas no tienen leyes criollas que los defienden. La conducta criolla siempre ha condenado a los indígenas y lo sigue haciendo.
Es tiempo de dejar la arrogancia de los que tienen el poder y de iniciar un proceso de respeto a las culturas indígenas, más aún cuando la cultura de imposición ya ha destruido casi todas las fuentes de la creación de Dios, incluida la naturaleza, tan defendida por los indígenas, por ser fuente de vida para todos.
Es cuestión de dignidad humana, de uno mismo y de los demás. Uno que no la respete, condena a miseria humana, destruye vida y será condenado por la misma historia por no preocuparse de lo justo, por no dar derechos a los indígenas.
Deja libre a Alejandro, defienda la cultura indígena, defienda la vida.
Guillermo van Zeeland, 23.02.10, Correo del Caroní