Roger Cordero

El profesor universitario y secretario general del Partido Comunista de Venezuela (PCV), Alberto Lovera, fue detenido el 17 de octubre de 1965 en la tarde frente a la plaza de Las Tres Gracias de la Universidad Central de Venezuela (UCV) por funcionarios de la policía política Digepol, del gobierno de Raúl Leoni. Fue trasladado a las instalaciones de esa policía en Los Chaguaramos, donde fue torturado durante nueve días consecutivos, hasta que lo asesinan. El 27 de octubre de 1965, su cuerpo apareció sumergido en las aguas aledañas a la playa de Lecherías, en Puerto La Cruz, estado Anzoátegui. Tenía una cadena amarrada a su cuerpo de la cual pendía un peso para mantenerle sumergido; sin embargo, el cadáver se vino en las redes de un pescador oriental. Su cara y sus manos estaban totalmente destrozadas para evitar ser identificado a través de sus facciones, estudios dentales o huellas digitales. Sin embargo, la medicatura forense después de analizar detalladamente los despojos, logró determinar que éstos pertenecían al dirigente político. De esta manera reseña una nota de prensa oficial, http://www.radiomundial.com.ve/yvke/noticia.php?13762, la organización de un acto en homenaje a Lovera por parte de los seguidores del gallo rojo.

Sin embargo, no son los pitiyanquis o los oligarcas -para usar el verbo de los comunistas- quienes peor han mancillado el recuerdo de este luchador social. Quienes pisotean hasta el desprecio el legado de Alberto Lovera son los propios militantes y directivos del PCV, empezando por su Secretario General Oscar Figuera. ¿La razón? Esa particular concepción de la «táctica» y la «estrategia» que hace que el mandamás del partido rojo este haciendo, codo a codo, campaña electoral junto a un asesino de revolucionarios durante la Cuarta República. Como no nos cansaremos de recordarlo, Oscar Figuera es candidato por voto lista por el estado Guárico, mientras que Roger Cordero Lara, quien conducía uno de los aviones que bombardeó a los guerrilleros aquel 4 de octubre, destrozando a 23 en lo que se conoce como la «Masacre de Cantaura», es candidato por el circuito 2 del mismo estado. Figuera y Cordero se han sentado en la misma mesa, han diseñado una estrategia electoral juntos, han posado para las mismas fotografías y se han montado en las mismas tarimas con el puño en alto. Figuera, que junto al PCV han rechazado las masacres de la Cuarta República, en los hechos concretos -que son los que valen- avala la impunidad de sus responsables. El PCV, con su ejemplo nos da una clase magistral de pragmatismo cum laude: cargo mata ideología.

Cualquiera nos podría decir que bastantes lecciones de oportunismo ha dado el PCV a lo largo de su historia. Tempranamente, nos recordarán, su semanario «Aqui está» (edición del 18.03.1942) saludaba el posible desembarco de tropas norteamericanas en Venezuela, en tiempos en que la URSS y los Estados Unidos, eran, por decirlo coloquialmente, panas. Asimismo, nos refrescarán la memoria describiendo el apoyo que le dieron a Rafael Caldera en su segundo período presidencial. O mas recientemente, para no ir mas lejos, cuando la misma plana mayor argumenta que la conformación de empresas mixtas con las trasnacionales energéticas es una muestra de «soberanía». Sin embargo uno cree, que lejos de todas las claudicaciones posibles, los muertos de la familia no merecen la humillación postuma. Que mal estan los comunistas venezolanos cuando son los anarquistas, sus enemigos históricos, quienes les piden que tengan un poco de respeto por su propia historia.

Periódico El Libertario
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