rafael uzcateguiEn los últimos días los niveles de conflictividad en el país han descendido respecto a la situación de los meses febrero, marzo y abril. En parte, la sociedad se ha dado una tregua observando la evolución del Mundial de Fútbol que actualmente se desarrolla en Brasil.

No obstante, en diferentes ámbitos algunos sectores han reflexionado sobre las manifestaciones en el primer semestre. Algunos análisis son pesimistas: Luego de 42 personas asesinadas, sostienen, nada ha cambiado.

El Ejecutivo Nacional, complementan, ha hecho oídos sordos a las peticiones ciudadanas: Los problemas de inseguridad, desabastecimiento e inflación continúan sin resolverse.

En cambio, nuestra mirada de derechos hace énfasis en la parte medio llena del vaso. Creemos que el ejercicio del derecho a la manifestación siempre deja saldos positivos, y las recientes movilizaciones realizadas en el país no son una excepción. En nuestra humilde opinión, enlistamos algunos logros:

La crisis de los liderazgos polarizados ha permitido el crecimiento de un espacio de irrupción de diferentes identidades políticas, que comienzan a dialogar entre sí erosionando el maniqueísmo inmovilizador que ha caracterizado la sociedad venezolana en los últimos tiempos

1) La defensa del propio derecho a la manifestación pacífica: A pesar de las amenazas estatales, que han incluido beligerantes declaraciones en contra por parte del propio presidente Maduro y una sentencia inconstitucional sobre la necesidad de un “permiso” por parte del Tribunal Supremo de Justicia, la gente no se ha dejado intimidar y ha continuado ejerciendo en la calle su derecho a la manifestación pacífica. De manera intuitiva entienden que “derecho que no se ejerce es derecho que se pierde”.

2) Las protestas han revelado los déficits democráticos del gobierno: La intolerancia con la cual el Ejecutivo ha enfrentado las manifestaciones, la criminalización de las mismas desde su inicio bajo la hipótesis del “golpe suave” y el incumplimiento de los propios manuales de actuación policial han revelado la ausencia de una cultura democrática para el mantenimiento del orden público en el contexto de manifestaciones.

3) Las movilizaciones han aumentado el interés internacional sobre la situación de los derechos humanos en Venezuela: La envergadura de las protestas y la represión desmedida en su contra ha puesto el interés internacional sobre nuestro país y han generado preguntas sobre la vocación democrática del nuevo presidente en funciones. Como un dato, desde el año 1994 Amnistía Internacional no realiza un informe especial sobre nuestro país, fecha en que alertaron sobre los abusos de poder alrededor de “El Caracazo”. Su informe reciente “Los DDHH en riesgo en medio de protestas” ha colocado la mirada global sobre nuestro país.

4) La dinámica movimientista ha estimulado la aparición de nuevos activistas en derechos humanos: Como respuesta a los abusos de poder, familiares y amigos de las víctimas han conformado sobre la marcha iniciativas para la denuncia y la defensa de los derechos humanos en el país, lo cual constituye una potencial generación de relevo al trabajo de las organizaciones históricas o con mayor trayectoria en el país. Mientras más defensores de derechos humanos más exigencias para su vigencia, con lo cual sale ganando la totalidad de la sociedad venezolana. Este saldo organizativo incipiente también es ubicable en otros sectores de la población.

5) El bloqueo informativo ha catalizado la irrupción de los infociudadanos: El uso intensivo y extensivo de los dispositivos personales para el registro y visibilización de los abusos de poder, el uso de las redes sociales para la denuncia y exigencia ha obligado a que las autoridades hayan tenido que asumir la responsabilidad estatal en algunos casos de las violaciones. A diferencia de años anteriores, cuando una parte de la población delegó en los medios de comunicación el trabajo informativo e incluso de convocatoria al ejercicio de derechos civiles y políticos, ahora los ciudadanos se han hecho responsables del proceso comunicativo, generando redes informales de corroboración de información y potenciando la capacidad de autoregulación de las redes para la denuncia de falsas noticias.

6) Las protestas han permitido la irrupción de tendencias democratizadoras dentro de la propia base de apoyo al oficialismo: Muchas personas identificadas con el proyecto bolivariano han dado razón al fondo de las protestas y han rechazado la represión a diferentes niveles. Las movilizaciones han ocasionado fisuras en la opinión monolítica del sector oficialista y han influido en la aparición de tendencias y debates, lo cual indirectamente permite la progresiva democratización del propio sector de sustento al gobierno, en un espectro donde crece la incredulidad frente al aparataje de propaganda estatal.

7)  Las manifestaciones han aumentado la velocidad de la despolarización desde abajo: Las protestas han sacudido a la totalidad de la población, por lo que algunos sectores comienzan a encontrarse, y reconocerse, en sus problemáticas comunes. La crisis de los liderazgos polarizados ha permitido el crecimiento de un espacio de irrupción de diferentes identidades políticas, que comienzan a dialogar entre sí erosionando el maniqueísmo inmovilizador que ha caracterizado la sociedad venezolana en los últimos tiempos.

8) Las protestas han desnudado la falta de independencia de la Defensora y la Defensoría del Pueblo. 

(*) Coordinador del Programa de Investigación de Provea
www.derechos.org.ve
[email protected]
@fanzinero

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